Javier González (30 años, changarín) y Eduardo Molina (24, hijo de comerciantes) tenían una relación extraña. Amigos de siempre en el barrio, más de una vez compartieron reuniones con amigos en común. Es más, en sus lugares de encuentros frecuentes, detrás del cementerio de Albardón, todos los reconocían como amigos. Pero algo raro había en esa "amistad" porque, invariablemente, en muchas de sus juntadas terminaban a las piñas. Y generalmente era "El Negro" González quien llevaba las de ganar. Sin embargo el domingo en la noche, la enésima juntada entre ambos y otros dos amigos, terminó de una manera terrible: esta vez la discusión terminó con un rival acuchillado por el otro, con resultados irreversibles.

En la noche del domingo le tocó perder a "El Negro" González, porque no solo mediaron los puños: en una de las interrupciones de la pelea por obra de familiares, Molina llegó hasta su casa, volvió con un cuchillo y en el reinicio de la trifulca le asestó al menos dos puntazos a González, uno en el costado izquierdo del pecho, que fue letal.

Claudia, uno de los seis hermanos del fallecido, vivió muy de cerca el sangriento final de "El Negro". Según la joven, el más compinche de sus hermanos, el supuesto homicida, Sergio Muñoz y Emilio Cáceres se juntaron alrededor de las 20.30 del domingo frente a su casa, pegada a la parte trasera del cementerio de Albardón sobre calle La Paz, metros al Sur del cruce con Marcos Gómez.

Ahí todos tomaron unos tragos hasta que los "amigos-rivales" empezaron a discutir y pelear. Según la policía, Muñoz y Cáceres separaron a los contendientes, hasta que Claudia también intervino y fue a llamar al padre de Molina (a metros del lugar) para que se lo llevara.

Y así pasó. Según Carmen González, tras el supuesto final de la pelea, "El Negro" le dijo a Claudia que le buscara un porrón para ir a comprar cerveza mientras él esperaba en la puerta de casa. Pero en la demora en buscar el envase, ocurrió lo peor: los policías de la comisaría 18va. de Albardón al mando del comisario inspector Walter Heredia, sospechan que ahí volvió Molina con el cuchillo casero y se trenzó nuevamente con González hasta asestarle un certero cuchillazo. "El Negro" caminó unos metros hasta derrumbarse para siempre. Faltaban minutos para las 23 del domingo.

"Después pasamos y lo vimos como a dos cuadras tomando una cerveza. Te mandaste cualquiera Molina, le dijimos pero siguió como si nada", aseguró ayer Carmen, quebrada por el dolor. "Eso no se hace, eso es matar a traición, tenemos las manos para pelear, maricón, p…", repetía enfurecido Hugo González, padre de la víctima.

Tras el crimen, policías de Albardón y la Brigada de Investigaciones encontraron el arma homicida, arrestaron al asesino, y a Muñoz y Cáceres, ambos luego liberados por el juez de Instrucción José Atenágoras Vega tras comprobar que no tuvieron nada que ver.

"Lo lamento, pero ya no me va a macanear más", habría dicho Molina a los policías que lo metieron preso.