Eran las 22.15 del lunes y Franco (10) jugaba con su Play Station en el comedor cuando un ladrón que entró por la ventana de su casa en Necochea, entre San Lorenzo y Cereceto, Capital, lo encañonó y lo mandó al piso. Al mismo tiempo, apuntó con otra arma a su mamá María, que estaba en el dormitorio con su hermanita de 3 años. El revuelo que sacudía a su familia a hora de la noche, obligó a Javier Miranda (35 años, colectivero) a volver del fondo. Fue ahí que se topó con un cuadro que no imaginaba: dos ladrones encañonando a su hijo, exigiendo dinero a cambio de no hacer peligrar su vida. Javier contó que se arrodilló, que prometió darles todo, pero como los ladrones insistían, perdió el control y se abalanzó sobre ellos. Y lo hizo con más ganas cuando vio que gatillaban y no disparaban. Ahí se dio más valor y encaró a pelearlos, pero uno escapó por la ventana y Javier aprovechó su ventaja física para tumbar al cómplice y golpearlo, hasta que una pedrada lanzada por el otro ladrón por la ventana le dio margen a su cómplice para zafar y escapar. Al final huyeron sin robar nada en dos motos en las que los esperaban tres cómplices, y dejaron en la casa de los Miranda un revólver calibre 32 y una gorra. ‘Ahora que lo pienso en frío no lo volvería a hacer’, dijo ayer Miranda.