No fue fácil traer al mundo a Génesis, desde que la engendraron. Por las continuas hemorragias que durante cinco meses obligaron a su madre a un medicado, incómodo y doloroso reposo, con decir que hasta dormía semisentada para poder aferrarla a la vida. Porque le fijaron una cesárea, ya que al momento del parto no estaba en posición. Porque una vez que nació a su madre se le lastimaron las mamas, en una de ellas dejó de tener leche y debió recurrir a un alimento en polvo para complementar su nutrición. Porque esa leche no es barata y en la precaria casa que le prestan a su humilde familia para vivir (Calle 7, al Este de Vidart, Pocito), las changas muchas veces no alcanzan.

Esa sucesión de problemas, sin embargo, no se compararon con el miedo a perderla para siempre de ayer en la madrugada.

Siempre le agradeceremos a ese policía. Él la salvó... nosotros ya no sabíamos qué hacer

DÉBORA LÉPEZ - Abuela de la beba

A eso de las 5, recordó su mamá Brisa Lépez (18) empezó llorar por comida. La alimentó con un biberón, aplicó la conocida fórmula de ponerla vertical moviéndola un poco para que eructe y ambas parecieron dormirse cuando la nena empezó a toser y sentirse incómoda.

Fue el principio de una noche inolvidable, por lo dramática, por lo desesperante, por la impotencia. Porque a esa tos se sumó una notoria dificultad para respirar y un alarmante color rojo en su rostro que empezó a trocar en morado, cuando ya todos en la casa eran un manojo de nervios y lágrimas, pues la ponían boca abajo, le golpeaban la espalda e intentaban de todo, pero nada hacía volver a la niña.

Entonces su abuela, Débora Lépez, decidió tomar a la criatura en sus brazos y partir a pie hasta a la casa de su mamá que está casi a un kilómetro, mientras le pedía a Brisa que llamara al 911. Unos minutos después aparecieron dos policías del Comando Sur (el agente Pablo Tavalla y el cabo Sebastián Lucero) por ese domicilio situado en calle Vidart, al Sur de calle 7, en Pocito. Con dificultad por los puntos de la cesárea, Brisa, su pareja Abel Quintanilla (21) y su padre Luis, partieron también a sufrir el desenlace.

Fue entonces -dijeron- que el agente Tavalla aplicó sangre fría a la situación y siguiendo las instrucciones telefónicas de personal sanitario, colocó a la nena boca abajo y comenzó a realizarle masajes y pequeñas palmadas hasta que la nena vomitó una suerte de moco que obstruía sus vías respiratorias. Y la historia tuvo un final feliz.

"Estaremos siempre agradecidos a ese policía (el agente Tavalla) porque él la salvó... nosotros estábamos muy nerviosos y ya no sabíamos qué hacer. La verdad que no sé lo que hubiera pasado, porque la ambulancia tardó como 40 minutos en llegar", dijo Débora, la abuela de la criatura.

El fútbol había sido lo que poco más de un año y medio atrás, había unido a los padres de esa beba que nació el 7 de marzo pasado. Porque Brisa jugaba y porque Abel también lo hacía en la liguilla de Pocito. Un día decidieron cruzar sus destinos cuando les llegó la novedad de la beba.

Decidieron tenerla y ponerle Génesis, porque son católicos y en la Biblia leyeron que significaba el comienzo. Génesis: origen o principio de algo, dice el diccionario, algo muy parecido a lo que vivieron ayer.