La mayoría de un tribunal consideró ayer que hubo más incertidumbres que certezas sobre la posibilidad de que un gendarme hubiera violado a su hijastra a los 14 años. Y como la ley manda a decidir a favor del imputado cuando hay duda, el efectivo, que hoy tiene 28 años, fue absuelto. Según fuentes judiciales, al comenzar la investigación estuvo detenido hasta que un tribunal de impugnación lo excarceló.

Cuando se cerró la investigación, el fiscal de la UFI Anivi, Duilio Ejarque, había anticipado que Fiscalía buscaría un castigo de 15 años para el imputado. Y ya en el juicio de cesura (desdoblamiento de los alegatos) había insistido en que sea declarado culpable de cometer abusos simples reiterados y abuso sexual con acceso carnal, agravados por la guarda y la convivencia. Ahora, podrá impugnar la sentencia.

'Se hizo Justicia. El tribunal demostró tener amplitud probatoria y acertado criterio jurídico para evaluar y profundizar las pruebas y los motivos de la denuncia, porque no se quedó sólo con la pericia psicológica y valoró el resto de la evidencia', dijo ayer César Jofré, uno de los defensores del gendarme (la otra fue María Noriega).

El caso había sido denunciado por la madre de la niña el 23 de noviembre del año pasado. Fue después de que la jovencita le contara a una tía suya que tiene similar edad, que su padrastro abusaba de ella. En el Anivi, ante psicólogos, relató que era manoseada y que había sido violada al menos en tres ocasiones.

Fiscalía dio crédito a los dichos de la menor, porque del informe y la pericia psicológica encargada se concluyó que no mentía y que presentaba los signos de conducta que suelen presentar las personas que sufren experiencias sexuales traumáticas, dijeron fuentes judiciales.

En contra de esas evidencias, había otras que parecieron restarle crédito. Así, la propia madre y la abuela de la niña indicaron que en principio le creyeron, pero que después comenzaron a dudar por las conductas de la chica. Según la Defensa, tras la denuncia siguió mensajeándose con su padrastro (Fiscalía cuestionó esa prueba y dijo que los mensajes podían adulterarse). En una ocasión que el gendarme mandó ropa para su familia desde Jujuy (allí trabajaba y se quedó tras separarse de la madre de la niña), ella eligió una remera del imputado y se la puso, cuando lo esperable era que no quisiera nada de él, indicaron.

En base al testimonio de la madre y la abuela de la menor, los defensores también concluyeron que era cuestionable que presentara indicadores de abuso sexual, porque la chica hacía una vida normal, con cursos de danza y prácticas deportivas, entre otras actividades que parecían desmentir que atravesara situaciones de abuso.

Es más, la abuela de la menor declaró que pudo faltar a la verdad en la investigación, porque en otras situaciones de su vida había apelado a la mentira, indicaron los voceros. Y la Defensa cree que la menor inventó lo del abuso, porque estaba molesta a causa de la separación de su madre y su padrastro.

En los próximos días, se conocerán los fundamentos de los tres jueces y ahí también se sabrá quiénes votaron por absolver y cuál de ellos por condenar al gendarme en la polémica causa.