Los problemas para ambas hermanas comenzaron cuando despertaban a su adolescencia. Entonces empezaron a conocer una cara contradictoria de su padrastro: por un lado, un sujeto amable que les llevaba cada ocurrencia y ante su madre daba muestras de ser un hombre recto. Y también un costado de la personalidad de Pedro Domingo Díaz (59) decididamente más perverso: las acechaba con inequívocos designios sexuales cada vez que quedaban a su cuidado en un loteo de Rawson. Entre los 11 y los 16 años, la mayor de las niñas evitó cada manoseo y cada embate, a los gritos o como pudo. Su hermana menor no tuvo la misma suerte: un día, cuando tenía 14 años, el violento padrastro empezó a gritarla, amenazó con golpearla con la hebilla del cinto y hasta matarla si lo delataba. Subió la música en la casa y la violó. Y repitió la maniobra un par de veces más, aunque ya con el primer ataque los daños fueron irremediables: la chica quedó embarazada. Y un ADN confirmó que Díaz era el padre de ese niño, hoy de 5 años.
Esa prueba fue clave para que el acusado confesara sus maniobras criminales y aceptara un duro castigo por sus abusos sexuales a través de un acuerdo de juicio abreviado entre el fiscal Gustavo Manini y su defensor César Jofré: 11 años y 9 meses de cárcel. Ayer, el juez Raúl José Iglesias (Sala I de la Cámara Penal) aceptó la propuesta de las partes y aplicó la misma condena al sospechoso.
Hubo 14 años de convivencia entre Díaz y la madre de las chicas, que se animaron a denunciar el 19 de octubre del año pasado, cuando el hombre ya no vivía en la casa y tampoco la mayor de las hijas, que había sido echada porque Díaz nunca dejó que tuviera un novio.
La que primero habló de los abusos fue la mayor (hoy de 23 años). Y por una corazonada la madre también le preguntó a su hija menor (hoy de 20), y entonces la joven le confesó que el niño que tenía no era de un compañero de escuela como siempre dijo, sino de Díaz. Entonces encajaba porqué este ex empleado de una firma cerámica quiso que abortara o rechazara la presencia del niño en la casa.
Tras las primeras acusaciones Díaz negó cualquier relación con las maniobras delictivas, y hasta se ofreció para hacerse un ADN, pero con esa actitud selló su suerte: de 16 marcadores genéticos, ninguno lo excluyó como padre.