La investigación por el crimen del preso que murió baleado en el motín del pasado 28 de agosto último en el Penal de Chimbas, quedaría en nada. Los que trabajan en el caso no tienen dudas que lo mató un penitenciario, el problema es que las primeras pericias balísticas revelan que no se puede establecer de qué arma salió el disparo mortal y por lo tanto es imposible identificar al guardiacárcel que efectuó ese tiro, entre los cerca de 60 uniformados que intervinieron directamente para reprimir la revuelta, afirmaron fuentes del caso.
Aquella tarde, 300 presos tomaron los pabellones del Sector I del Penal de Chimbas, quemaron 60 colchones y destruyeron otras instalaciones. La versión oficial señala que empezó como una gresca entre presos, pero después se transformó en un motín en rechazo a la utilización del escáner con las visitas. La tensión creció cuando los reos ganaron el patio y los penitenciarios comenzaron a largar tiros ante el temor de una fuga masiva. Una fuente penitenciaria confirmó que efectuaron unos 460 disparos. El enfrentamiento dejó 7 internos heridos, entre ellos Sergio Andrés Luna (20) que murió al llegar al hospital. El joven, que estaba preso por robo desde el 8 de abril pasado, tenía un puntazo en el costado izquierdo del pecho pero lo que causó su muerte fue un balazo que ingresó en el lado derecho del tórax, además que presentaba otras dos heridas de arma de fuego (serían esquirlas) en un brazo, de acuerdo a la autopsia.
Cuando los guardias recuperaron el control, hallaron 25 ‘facas’ en ese sector, no así armas de fuego. Esto vino a respaldar la teoría que trabaja el juez Alberto Benito Ortíz, de que la bala que mató a Luna salió de la pistola o el fusil de uno de los guardiacárceles. De hecho, por orden judicial secuestraron más de 100 armas del personal penitenciario (incluso de aquellos que no intervinieron directamente) para peritarlas. En base al tamaño del plomo extraído del cadáver de Luna, los investigadores creen que el proyectil es de una pistola 9 milímetros o una calibre 11.25. El gran problema es que el plomo está muy deformado y tuvo desprendimientos (antes de impactar en la víctima, parece que rebotó), ésto hace que no sea apta para la pericia y entonces no podrán hacer el cotejo para establecer de qué pistola, de las más de 100 secuestradas, salió el disparo mortal. Es decir, sin esta prueba fundamental es imposible identificar al guardiacárcel y con eso quizás nunca se sepa quién mató a Luna.