Anoche salió caminando del hospital pero siente que hoy tranquilamente lo podrían estar llorando. El primer disparo le dio en una pierna y después siguieron tres más, que quizás si no se arrojaba al piso el final hubiese sido otro.

"Me tiré al piso para que no me mataran", dice Jorge Humberto Soria (63), con la piel encrespada. Ayer por la tarde fue a la casa de su hija, sin imaginarse jamás que la visita iba a terminar con sus familiares llorando y él a los gritos pidiendo que lo llevaran al hospital, con la pierna chorreando sangre.

"Voy casi todas las tardes a ver a mi hija y a darle de comer a los animales. Todo iba normal, hasta que como a las 10 de la noche sentimos un ruido, y ahí empezó todo", cuenta Soria, que trabaja en la parte de obras de la Municipalidad de Chimbas, pero que ahora por su edad tiene licencia por el coronavirus.

El ruido que sintieron fue el de al menos 3 delincuentes que intentaban llevarse la garrafa de la casa, ubicada sobre la calle Luna, metros al Sur de Rodríguez, en Chimbas. También habían abierto el utilitario del yerno de Soria, de donde sustrajeron una campera que en un bolsillo tenía $8.500.

Pero lo peor aún no había ocurrido. "Salimos con mi yerno a mirar para el fondo, pero le dije que se metiera a la casa porque estaba sola mi hija con las nenas (de 11 y 5 años). Habré caminado un par de metros cuando siento un estruendo y se me adormece la pierna. Me levanté el pantalón y cuando vi la sangre me di cuenta que me habían pegado un tiro". La cosa no terminó ahí: "Cuando me di cuenta que era un tiro ni la dudé, adolorido como estaba me tiré al suelo. Cuando sonaron los otros tres, por dentro pensé 'me hicieron p...'. Me quedé como 10 minutos ahí tirado, menos mal que no me dieron".

Cuando se sintió seguro, el hombre se paró y fue adentro a mirarse la herida. Su hija y sus nietas lloraban, mientras que su yerno sacó el vehículo y lo llevó de inmediato al Servicio de Urgencias del Hospital Rawson. "Me dolía un montón y perdía mucha sangre. Pero menos mal que ha pasado sin tocar nada, si te pega en el hueso te lo quiebra", agradece.

Soria afirma que nunca vio al sujeto que le perforó la pantorrilla derecha. Supone que estaba escondido arriba del techo de un chiquero donde tiene sus cerdos. En el hospital le dijeron que la trayectoria de la bala fue de arriba hacia abajo, por lo que su hipótesis cobra fuerza. El plomo entró y salió. Además, los investigadores creen que lo balearon con un arma de calibre chico.

"Para mí el que me ha pegado el tiro a mí ha estado arriba del techo del chiquero. Yo sentí bulla pero no me dio tiempo ni a mirar. El médico que me curó me dijo que me han tirado de cerquita, como a 3 metros de distancia", dice.

Los delincuentes finalmente escaparon por alguna de las fincas que rodean el fondo de la vivienda.

"Uno tiene esa huevada de salir a mirar. La verdad no vale la pena hermano, metete para adentro. Yo soy muy corajudo, pero con esto me he dado cuenta que es preferible ser medio maricón. Por lo menos la estoy contando", finalizó, mientras se acomodaba las vendas que le cubrían la herida.