Cecilia Basaldua fue encontrada muerta en un basural de Capilla del Monte, luego de 20 días de búsqueda. Las pericias confirmaron que fue asesinada. Unos días antes de que se decretara la cuarentena obligatoria por el coronavirus la joven, que desde hacía cuatro años recorría Latinoamérica “a dedo”, se comunicó con su familia para contarles que había conseguido acampar en la casa de un vecino de la zona.
Tras la desaparición, el hombre quedó en el centro de la escena, ya que esa fue la última comunicación directa de Basaldua. Cecilia era viajera por elección y por eso sus amigos no dudaban en describirla como un "alma libre". Tras visitar unos doce países y más de cien ciudades, tenía planeado escribir un libro con las crónicas de sus viajes.
Este espíritu de viaje y emprendedor, llevaba a la joven a escribir en sus redes sociales sus aventuras y sus diversos sentimientos según la etapa y el lugar que atravesaba. “Por muy bonito que pueda parecer el viajar, también es duro. Hay que estar preparado para todo lo que se ve ‘allá afuera’: injusticia, ignorancia, violencia, contaminación, oprimidos, desamparados. Lo que antes miraba como por una rendija desde dentro de mi burbuja, viajando pasó a formar parte de mi vida. Latinoamérica está sangrando. Y entonces surgió la necesidad de gritar, o de ser al menos un susurro de los que no tienen voz, una ventana de lo que no se ve, y un puente de inspiración para los que quieran ir tras sus sueños o encontrar un refugio de paz interior”, reflexionaba Basaldua en uno de sus últimos posteos de Facebook.
Rememorando a Ernesto "Che" Guevara en su viaje por Latinoamerica, ella también vivía las injusticias presentes en nuestro continente y seguramente soñaba con un mundo mejor, como lo hiciera el mítico rosarino. Sueños que se vieron truncos por la violencia y la locura, que la terminó llevando a una muerte, que nos duele a todos.
Sin dudas, la última historia de Cecilia lleva a la reflexión y también a una premonición, que deja lugar a las especulaciones o tal vez sea solo una burda del destino, de no saber cuando es la hora final. "Nada es imperecedero, todo cambia, todo se mueve, todo viene y se va. La pulsera volvía al aire, y a la tierra de la que había venido, y yo a recordar que debo disfrutar hoy todo lo que tengo, y todo lo que soy, porque mañana puede ser muy tarde" exclamo en Instagram.
Fuente: Crónica

