El foco. Según fuentes policiales, el siniestro se originó en un tomacorrientes sobrecargado por varios aparatos enchufados. Las pérdidas para los inquilinos fueron totales.

Un incendio producto de una falla eléctrica casi arrasa con todo un complejo de habitaciones construido en el fondo de una casa en el Loteo Agustín Gómez, en Pocito.

Al cabo del siniestro sólo hubo que lamentar pérdidas materiales, ya que los inquilinos, Alejandro González (23), su pareja, Yamila Salazar (22) y la hija de ambos Lara (2) no se encontraban al momento del incendio.

Todo pasó el domingo cerca de las 23 horas, cuando Oscar, inquilino de otra de las habitaciones ubicadas de ese predio de calle San Francisco en el loteo, percibió olor a plástico quemado desde afuera. Cuando salió a ver, se topó con el fuego y el humo que habían cubierto por completo la habitación de su vecino y en el acto llamó a la Policía.

Una dotación de Bomberos de Rawson combatió alrededor de una hora y media las llamas, algo que se hizo complicado por los materiales combustibles de la construcción, como las llamas en el techo de machimbre, que amenazaban con expandirse a otras casas linderas.

Cuando los Bomberos controlaron el fuego, comprobaron que todo se había originado en una línea, sobrecargada en su tomacorrientes por varios aparatos enchufados y en funcionamiento, dijeron fuentes policiales.

Entre las pérdidas de los González Salazar se contaban dos televisores Phillips de 21" y 29" pulgadas, un equipo de música, un acondicionador de aire portátil, dos camas y sus colchones, un ropero y un placard.

Alejandro González, su señora y la nena habían salido a pasear por Villa Krause a la hora en que se desataron las llamas. A las 23,15 recibió el llamado de su vecino para alertarlo del problema.

Cuando la familia regresó, ya estaban los bomberos. "Perdimos todo, no nos quedó nada. Ahora estoy viviendo en una pieza en el fondo de la casa de mi suegra, porque no tenemos dónde vivir. Por un lado, siento dolor porque lo que había en la habitación era lo único que teníamos, pero también siento alivio porque no estábamos adentro" contó González.

El joven es empleado en una conocida heladería y su pareja es profesora de danza en un instituto. Hacía dos años vivían allí, ya que se habían inscripto en varias oportunidades en los sorteos del IPV sin suerte. "Estoy buscando una casa o un departamento donde alquilar y vivir sin importar el precio porque necesito espacio, en cualquier parte de San Juan" cerró.