Sobre las 12 de ayer, en la casa del Lote Hogar 26 de Santa Lucía donde Mauro Herrera (25) vivía con su mamá Beatriz González (ella es enferma del corazón), reinaba la incertidumbre, pero también la esperanza: ‘¿Cómo es posible que no encuentren ni una ojota o la gorra que llevaba puesta ese día? Todo esto es muy raro, pero no perdemos la esperanza de encontrarlo vivo, esté como esté, pero vivo, porque este dolor ya es inaguantable’, habían remarcado acongojadas dos cuñadas de Herrera, Johana Pastrán y Érica Fuentes. Sin embargo minutos después, alrededor de las 12.30, la familia sufriría un golpe muy duro: el corte de agua realizado en los principales canales que nacen del dique partidor San Emiliano en Rivadavia (allí el joven fue visto por última vez el sábado), hizo posible localizar el cuerpo del joven, atascado en las parrillas de la Usina N°1 de la Electrometalúrgica Andina del Canal Céspedes, en La Bebida, Ridadavia.
Según fuentes policiales y judiciales, sólo vestía una bermuda y, a simple vista, no tenía signos de violencia. Por eso se inclinaban a pensar que Herrera no fue víctima de un homicidio, pero esperarán a contar con el informe de la autopsia para conocer con precisión cuál fue la causa de la muerte.
Mauro Herrera era uno de los siete hijos de sus papás (incluido su mellizo, Diego), hacía unos cinco años que trabajaba en la firma ‘Ecobaterías’ y ya llevaba unos ocho meses de separado de la madre de su hija, una beba, a la que no podía ver con la frecuencia que quería porque, al parecer, la joven se fue hacia Jáchal. ‘Tenía problemas porque no le dejaba ver a la nena y eso no lo tenía muy bien’, dijeron Pastrán y Fuentes.
Según fuentes de la investigación y sus parientes, el último sábado sobre las 17, el joven llegó con sus compañeros de trabajo a la zona de parrilleros del dique San Emiliano para comer un asado y despedir el año. Pero en un momento se distanció del grupo y algunos lo vieron mirar en varias direcciones, hasta que de un rato para otro se les perdió de vista.
Desde ese instante, sus propios familiares, personal de Búsqueda y Rescate de Personas, Bomberos y otras áreas de la Policía comenzaron el rastrillaje en el dique y también en los canales que nacen de ese partidor, como el Benavídez (que parte hacia el Este), el Canal del Norte que va hacia Albardón y el Céspedes que lleva aguas para riego hacia el Sur.
Tras el hallazgo sin vida del joven, el caso pasó de un Juzgado Correccional a la UFI de Delitos Especiales que dirige el fiscal Renato Roca. Ayer, con la colaboración del ayudante fiscal Maximiliano Gerarduzzi, pesquisas de Homicidios, Criminalística y Bomberos, recababan toda la evidencia necesaria para establecer con precisión las circunstancias en las que el joven pudo caer al agua. Y así determinar si la causa debe o no ser archivada.