No hubo pelea, la muerte del preso del penal de Chimbas fue directamente un brutal crimen, planeado y ejecutado por al menos otros dos internos de su pabellón. La prueba está en que Diego Ramón Zalazar recibió más de 20 puntazos con las llamadas ‘facas’ y al menos 10 golpes en la espalda con una barra o un palo mientras estaba en el baño, y que no pudo defenderse más que con sus manos, revelaron fuentes de la investigación. La hipótesis que cobra fuerza en torno al asesinato es que se trató de una venganza por el tema droga y las sospechas recaen sobre dos de los supuestos cabecillas de ese pabellón, el Anexo 3 de la Unidad I de la cárcel.

Ensañamiento:

Lo que establecieron los investigadores es que lo ocurrido la noche del miércoles último no fue una gresca, tal como trascendió desde el mismo Servicio Penitenciario. Fuentes del caso señalaron que los presos taparon la entrada del pabellón con unas colchas, cortaron la luz y atacaron a Diego Ramón Zalazar (30) en el baño.

Una alta fuente de la investigación señaló que la médica forense María Vázquez contabilizó en el cadáver más de 20 heridas cortopunzantes en distintas partes del cuerpo provocadas por al menos 2 dos armas blancas. Las mortales fueron tres puntazos que afectaron el pulmón derecho; es más, uno atravesó ese órgano. También le dieron una decena de golpes por la espalda. En ambas palmas tenía ‘puntazos’ o cortes, eso es señal de que se cubrió con sus manos. La autopsia señala que murió a las 22; es decir que falleció en el penal, antes que lo llevaran al hospital.

La hipótesis:

Zalazar cumplía reclusión perpetua por el asesinato del jornalero José Chávez, cometido el 25 de octubre de 2003 en Caucete. Él compartía con otros 23 internos un pabellón de 19 celdas que no tienen cámaras. Dicen que no era problemático. Ahora bien, creen que tuvo problemas con otros presos por el tráfico de droga dentro de la cárcel. Un investigador comentó que la versión que empezó a circular es que algunos reos pedían al resto que obligaran a sus familiares a ingresar droga durante la visita. Sospechan que Zalazar se negó y eso lo enfrentó a los supuestos cabecillas del pabellón. Hay cuatro presos que fueron sacados del pabellón y que quedaron en la mira. Ellos son Marcelo Andrada, Jesús Leiva, Marcos Herrera y Marcos Montiveros, dijeron fuentes penitenciarias y policiales. Sobre estos dos últimos recaen las sospechas más fuertes. De hecho, en la celda de Montiveros hallaron una ‘faca’ de 45 cm de largo, aseguraron. En el mismo pabellón también encontraron otras dos ‘puntas’, de entre 35 y 40 cm, y dos más chicas.