Sin nada. Esta vez las llamas devoraron prácticamente todo lo que quedaba en el rancho. La familia dice que igual no se va a ir del lugar y que construirán otro.

La familia caucetera que estaba en vilo por los continuos atentados con fuego contra su vivienda volvió a sufrir un nuevo ataque, el tercero en apenas 3 días. ¿La razón? Según ellos alguien quiere correrlos con la intención de adueñarse de ese espacio. Esta vez, a última hora del pasado martes, el incendio iniciado intencionalmente por desconocidos destruyó las pocas cosas que se habían salvado en los anteriores siniestros y hasta tiró abajo el techo del precario rancho, ubicado en el interior de la conflictiva Villa Dolores, en Caucete, contiguo a la antigua Bodega Garade.

Ese espacio es propiedad de la familia Campos, quienes a pesar de que casi no les quedó nada se rehúsan a abandonar el lugar e incluso ya planean levantar otra estructura de adobe al lado de lo que era el antiguo rancho, que ahora solamente son vestigios tiznados y escombros.

La hipótesis de Ceferino Campos (42) es que quieren aprovechar que él se fue junto a su mujer y sus cinco hijos menores a vivir a una finca en la zona de Pie de Palo, donde le ofrecieron que sea casero temporalmente hasta que consiguieran un nuevo encargado. Sin embargo, la vivienda no quedó sola, porque le ordenó a sus tres hijos mayores (una chica de 18 y dos varones de 15 y 14 años) que se quedaran allí para cuidar el rancho y que estuviera en óptimas condiciones para cuando todos tuvieran que volver allí.

El drama comenzó durante la noche del último domingo, cuando por primera vez buscaron prender fuego la vivienda. Aquella vez no pasó de un aviso, porque la intención no prosperó gracias a que las llamas pudieron ser controladas.

El segundo ataque fue unas 36 horas después, en la mañana del pasado martes. Y allí lograron que las llamas destruyeran un sector del rancho y parte de las pertenencias de la familia, como un TV, un mueble, una cama y gran cantidad de prendas.

El último fue el peor para los Campos, porque el fuego terminó con todo lo que quedaba, como una heladera, una cama, un juego de sillas y muebles.

La Policía investiga para dar con los atacantes, quienes en todas las ocasiones actuaron cuando no había nadie en la casa.