Daños. Las llamas tiraron abajo el techo de la precaria vivienda y consumieron casi todo lo que había adentro.


Alejandra Baraona (47) se agarra la cabeza de impotencia, porque en poco más de 2 años ya perdió tres ranchos que ella misma levantó para vivir con sus dos hijos de 19 y 16 años, en el asentamiento Pellegrini, en La Bebida, Rivadavia. A principios de 2017 la lluvia volteó el primero e hizo lo propio con otro el 5 de enero de este año. Esta vez, durante la noche del último miércoles, fue un incendio el que destruyó otra precaria pieza que ella construyó con adobes, palos y cañas. Y no sólo eso, porque también se quemaron todas las cosas del merendero que allí funcionaba, donde todas las tardes 127 chicos iban por una copa de leche. 

Según Baraona, que es la presidenta del asentamiento, las llamas se iniciaron por una chispa de una estufa a leña con la que cocinaban el alimento para los niños, que tomó contacto con las cañas del techo. Los vecinos ayudaron a apagar el fuego, pero para ese entonces el daño ya estaba hecho. Las pérdidas fueron prácticamente totales, pues tanto las pertenencias de la familia como la mercadería del merendero quedaron destruidas.

"Me mato trabajando para que todo esto funcione. Estoy en un estado que no sé qué hacer. Esto ya es mucho para mí, ya estoy resignada, no sé cómo seguir", dijo la mujer, que se gana la vida con la venta de pan y semitas. El fuego dejó inhabitable el rancho, por lo que Baraona y sus hijos ahora pasan los días en el rancho de un vecino. Mientras, en la zona todos hacen fuerza para que el merendero pueda volver a funcionar.