El desparpajo le jugó en contra. Porque forzó un auto, robó herramientas y un gato con el que, luego, abrió las rejas de una casa. Y en esa misma vivienda dejó el bolso con herramientas en un patio delantero. Un vecino lo vio saltar techos, llamó a la Policía y el reguero de pistas que dejó definieron su caída de manera insólita: dormía en la casa que entró a robar, en el barrio Arroyito de Rosario, en Santa Fe.