Un ladrón que asaltó un local de ropa ubicado en el microcentro de Rosario, y que luego escapó y se ocultó en un edificio contiguo, protagonizó un insólito episodio al ofrecer declaraciones a la prensa haciéndose pasar como inquilino del lugar en el que se había escondido minutos antes.

Para intentar engañar a los periodistas salió del brazo de una mujer mayor, que vive en esa propiedad y a la que obligó a que simulara ser su abuela para no levantar sospechas. Todo sucedió mientras la policía seguía realizando tareas en el comercio asaltado y patrullaba la cuadra buscándolo.

“No sabemos nada. Estábamos comiendo. Nos acostamos a dormir una siesta. Vi todo el lío, pero no nos acercamos ni nada. Golpeó la policía (en la puerta del departamento) y le dijimos que estábamos ocupados porque ella estaba durmiendo”, explicó el delincuente frente a los medios con curiosa soltura.

“Abrimos la puerta, pero estábamos bien. No nos asustamos porque ni siquiera sabíamos lo que había pasado. Nadie nos explicó nada. Vimos a la policía, golpeó y recién salimos. Vimos mucha requisa en el edificio, que andaban por todos lados”, insistió ante las preguntas sobre el operativo que la policía montó en la propiedad ubicada en Presidente Roca y Rioja. “Esta zona es jodida”, alcanzó a opinar el delincuente.

El joven había ingresado minutos antes en el local de “Mi ropa es tu ropa”. Aprovechó que le abrieron la puerta a una clienta para entrar junto con ella. En el local la puerta permanece cerrada y los clientes deben anunciarse tocando un timbre.

El atacante abordó a las dos propietarias y a dos clientas que se probaban prendas exhibiendo un arma de fuego que luego se comprobaría que era una replica de juguete.

Una de las personas que estaba en el negocio logró salir y avisar a la policía. Cuando llegaron los agentes de la Brigada Motorizada el muchacho huyó por una puerta trasera del local que se conecta con el edificio. Allí logró ocultarse en un departamento del primer piso, a donde ingresó tras amenazar a su ocupante.

La policía revisó el edificio, pero no logró encontrarlo. Minutos después el ladrón se marchó con la compañía de la mujer que vive en el departamento en el que se había ocultado.

Al salir a la calle y ser abordado por la prensa simuló ser un vecino que estaba sorprendido con el despliegue policial y mediático. Se lo notaba predispuesto para hablar, aunque nervioso. Los periodistas advirtieron algunas actitudes extrañas: sujetaba a la mujer de la mano y su testimonio presentaba contradicciones.

Cuando le preguntaron por la cantidad de pisos que tenía el edificio y cuántos departamentos había en cada uno de ellos dudó y se apoyó en la mujer. “¿Doce tiene? ¿O once? Once o doce. Hace poco vivimos acá”, intentó justificarse.

“Donde vivimos nosotros son cuatro departamentos”, dijo ella. “Ahora vamos a tomar un café”, se despidió el muchacho al final de la nota.

Luego de liberar a la señora continuó su camino a pie, tratando de hacerse pasar por un transeúnte más. Los periodistas describieron las características físicas del muchacho que les había dado la entrevista y las mujeres que fueron víctimas del asalto dijeron que coincidían con las del delincuente que las asaltó.

El dato llegó a la policía, que a unos cien metros del lugar en el que cometió el robo pudo atraparlo. “Estoy bien. No me amenazó. Parecía un buen chico”, alcanzó a decir la mujer todavía conmovida después de que él la liberara.

Luego le reconoció a los periodistas que la había obligado y que actuó bajo amenaza. “No, no soy su abuela”, admitió. La policía le exigía que detallara la ropa que llevaba puesta para poder atraparlo. “No es un buen chico. Esa persona robó”, intentaba explicarle una oficial. La mujer parecía aturdida por la situación.

Las cámaras de televisión captaron el momento en que lo detuvieron y lo requisaron. “No tenía nada de eso. Mirá ahora lo que me pusieron. Eso no es nada mío. No sé si la pistola es de juguete. Y ella es mi abuela. Yo vivo acá dos cuadras”, gritaba frente a las cámaras. El sujeto fue identificado como Daniel C., de 28 años.

La policía le secuestró una réplica de arma de juguete, dos teléfonos celulares, dinero en efectivo y dos pares de anteojos. “Y, sí. No era muy normal. Parece una serie de Netflix”, alcanzó a comentar una de las clientas asaltadas. Parecía tomar el insólito episodio con una dosis de humor.