El sargento primero (RE) Eduardo Gustavo Rojas (53) quería ‘despejarse’. En los últimos días andaba un poco bajoneado por la pérdida de su mamá Adelina (82), que repentinamente los abandonó para siempre a él y a su hijo Omar (26) el último 19 de abril. Por eso quería salir de la casa donde vivían los tres en Capital, y planificó un viaje a Misiones que incluía a Omar. Pero el mismo joven contó ayer que él desistió de ir para no dejar sola la vivienda, y entonces su papá siguió el plan con su pareja, Sara Aguilera (39), con quien también tiene una hija. Partieron el viernes a la noche y ya llevaban tres días en la provincia del Litoral (paraban en la casa de un amigo de Eduardo), cuando esas pretendidas dos semanas de distensión para aliviarse de una desgracia, terminaron envolviendo a la pareja en una horrible tragedia: el martes a las 19.30, cuando volvían en micro de Las Cataratas del Iguazú por la ruta 12, el colectivo de la firma ‘Río Uruguay’ que los trasladaba con más de 30 pasajeros, se cruzó de carril para pasar un auto y se estrelló de frente contra un camión cargado con hierba y arroz.

Y no hubo más chances para Eduardo y otras 6 personas (el miércoles las agencias DYN y Télam informaron de 10 muertos), porque ambos vehículos se incendiaron y fue un desastre.

Eduardo se había retirado dos años atrás de la Policía local (su último destino fue Previsión Social) y fue uno de los primeros en ser rescatado con vida. Sin embargo, las lesiones que sufrió por el golpe y las quemaduras en su cuerpo, resultaron de tal gravedad que perdió la vida en un hospital, dijeron ayer fuentes de el diario El Territorio.

Sara en cambio sobrevivió, pero ayer era una de las dos víctimas de ese desgraciado choque en la zona de Caraguatay (a unos 150 km de las cataratas) que permanecían internadas en grave estado: según El Territorio, la mujer presentaba fractura de pelvis y también en la columna cervical, lesiones en los pulmones y politraumatismo.

‘Yo había dejado de cursar primer año de enfermería universitaria (en la UNSJ) para trabajar y cuidar con mi papá a mi abuela, que estaba enferma de los huesos y no se podía mover. Pero el 19 del mes pasado se murió de repente y mi papá se vino abajo. Me dijo: me voy a darme una vuelta para despejarme y me invitó, pero yo no quise ir para no dejar la casa sola y mirá lo que pasó, la verdad, no lo puedo creer’, dijo ayer Omar Rojas, quebrado.

Y a renglón seguido advirtió: ‘Pero esto no va a quedar así, estuvimos hablando con unos abogados y vamos a hacer un juicio’.