" Fue un momento muy feo, muy triste. Yo me crié acá y nunca viví nada igual. Va a costar olvidarse de esto", dijo Rosa Jácamo, de 82 años. Esa noche para dormir tuvo que tomar pastillas.

Una anciana, tres nietos, un duoyerno, una duonuera embarazada y tres bisnietos. Los 9 estaban en su casa de Albardón cuando a eso de las 0.50 de ayer tres sujetos irrumpieron a punta de arma por la puerta principal, que estaba sin llave. Tenían la cara descubierta y dos estaban vestidos de policías, con gorras y chalecos. "Somos de la Policía, quiero que me den plata y droga", exigió uno de los sujetos a Rosa Jácamo (82), que ya se estaba por acostar. En la vivienda además se encontraba su nieta Solange Rojo (29), que se estaba bañando, la pareja de ella, Mario Campillay (30), y los hijos de ambos de 10 y 4 años. Otro nieto de Jácamo, Alejandro Rojo (25), ya estaba en la cama. Y también llevaron hacia ese sector a Jonathan Rojo (26), a su mujer Ayelén Muñoz (26, embarazada de siete meses) y a su hija de 5 años, que se encontraban en una pieza construida en el fondo de la propiedad. El calvario duró unos 10 minutos, pero para Rosa Jácamo fue una eternidad. "A mi nieta que se estaba bañando le empujaban la puerta para que salga. Ella la sujetaba desde adentro, pero la hicieron salir. Apenas se tapó con una toalla y la sentaron en el comedor", relató la anciana, que se moviliza con un andador por sus problemas motrices. A Alejandro Rojo lo despertaron a golpes y le arrojaron encima las cosas que había en su ropero. A su hermano Jonathan lo tiraron sobre una cama y le ataron las manos con el cable de un cargador de teléfono. Eso, mientras otro sujeto le daba trompadas a su pareja embarazada, con tanta fuerza que le quedaron marcas en el cuerpo. Todo, mientras amenazaban con llevarse a su hija de 5 años si alguno se resistía.

Lo que los sujetos buscaban era imponer su violencia para tomar el control de la casa. Y lo consiguieron, porque Jácamo no aguantó y cedió. "Yo pensaba que me iban a pegar a mí o que me iban a matar a alguno de los niños. Entonces saqué mi cajita y les dije: "Miren, jóvenes, tengan compasión conmigo.. yo estoy enferma.. tomen estos 300 pesos que son de los remedios.. se los juro, no tengo más" y se los entregué", afirmó muy angustiada.

Los delincuentes además tomaron 3 celulares y luego se fueron, al parecer, en un auto Fiat Palio blanco que los esperaba afuera.