“Me dijeron que eran carpinteros y que los había mandado mi hija para que me arreglaran la puerta del placard. Les abrí y cuando estuvieron adentro, hicieron otra cosa estos sinvergüenzas”. Aún sorprendida, Irma Piscitello (80) explicaba ayer el hábil ardid que utilizaron dos sujetos para engañarla y lograr meterse a su casa de Capital.
Los desconocidos le dijeron que venían a arreglarle un mueble y cuando estuvieron adentro, uno fue a su dormitorio y le sustrajo una cartera con $1.400 y joyas, precisó la mujer.
Según Piscitello, todo ocurrió alrededor de las 20.30 del lunes en su casa de calle Brasil, cerca de Alem. Allí se presentaron dos sujetos a bordo de una moto asegurando ser carpinteros y que los había llamado su hija para que le arreglaran una puerta de placard.
Como la versión parecía real, la anciana dejó ingresar a uno de los supuestos carpinteros. El otro se quedó en la vereda. La mujer llevó al ‘obrero’ hasta una pieza y le mostró el mueble dañado. Ahí, el delincuente simuló analizar el placard y se puso a charlar con la víctima. En ese momento, su cómplice llamó a Piscitello y le preguntó si le podía prestar el baño porque ya se orinaba. ‘¿Cómo no le iba abrir? si hasta hizo el ademán de que ya se orinaba’, comentó la anciana.
El sujeto enfiló al baño y la mujer se quedó con el otro hombre. Al ver que el desconocido se demoraba, Piscitello fue hacia el baño y allí se topó con el delincuente en su pieza. Cuando la vio, el malviviente salió corriendo y su compañero salió a la par suya hasta la calle. La anciana persiguió a los sospechosos, pero no pudo hacer nada por evitar que escaparan.
“La gente mayor es muy confiada. Lo primero que deben hacer es fijarse por la ventana quién es y si tienen dudas sobre esas personas, simplemente no abran”, dijo un jefe policial.

