Cuando Ariel Andrés Nieto (19) se despertó ayer, poco pudo hacer: tres policías estaban en su dormitorio, y entonces la única alternativa que le quedó fue la resignación. La detención la concretaron a las 8,30 el oficial Héctor Oyola, el cabo Alejandro Brizuela y el agente Emilio González (Seguridad Personal). Fue en el departamento de los padres del sospechoso, en un primer piso en el barrio Manantiales, en Trinidad, Capital. Así, Nieto volvió a un calabozo, un lugar que ya conoce porque precisamente de una celda de la comisaría Primera se fugó en la tarde del jueves 12 de febrero pasado, luego de forzar una puerta en un descuido del calabocero, según fuentes policiales. Tras fugarse, se habría ido a la casa de unos parientes en Zonda, dijeron las fuentes.

Nieto había sido apresado el mismo día que se fugó, en la madrugada. Lo sorprendieron con un estéreo y un celular sustraídos de una ambulancia en Córdoba y Catamarca, Capital, precisaron en la policía.

Entonces se suponía que Nieto entraba y salía ahí nomás, porque le atribuyen hurto simple, delito excarcelable. Y por eso resultó una sorpresa que se fuera. Desde el entorno del sospechoso aseguran que aquel jueves, minutos antes de las 17, Nieto se fue porque en lugar del agua que pidió le dieron orina.

Esa versión podría ser conocida si declara en el Segundo Juzgado Correccional dirigido por Eduardo Gil, luego de analizar las pruebas recabadas en Seguridad Personal a cargo del comisario Eberto Cortez. El magistrado también investiga el hurto de los objetos de la ambulancia.

Ahora, el juez deberá resolver además si cabe o no atribuirle alguna responsabilidad al calabocero que custodiaba a Nieto, y a otro preso que también pudo fugarse pero no lo hizo. Ese agente habría dicho que cuando ocurrió la fuga estaba en el baño.