Entraron tan tranquilos que uno de los ladrones dijo, muy suelto: “viejo, te vengo a asaltar”. Lo que vino después no fue nada moderado porque la víctima, un kiosquero de Pocito, acabó en el suelo y de rodilla con un revólver apuntándole en la cabeza. Ahí también le pegaron y lo dejaron sangrando la cabeza. Y por último, le robaron los 5.000 pesos que había recaudado hasta las 3 de la madrugada de ayer y mercadería, como cartones de cigarrillos o bebidas alcohólicas, por un valor de 10.000 pesos.

Todo esto pasó sobre la misma calle y a una cuadra y media de la Unidad Pocito Norte de la Policía. Enrique Morales, el asaltado, se consolaba afirmando: ‘menos mal que no entraron a la casa o que nadie de mi familia estaba conmigo en ese momento’, dado que fueron varios minutos de tensión los que vivió en su negocio llamado “Parada Zero” de Av Joaquín Uñac (o ex Mendoza), entre las calles Granaderos y Salvador María del Carril en Villa Nacusi, Pocito.

El comerciante suele atender hasta altas horas de la noche, confiado quizás por la cercanía con ese puesto policial. Sin embargo, ayer a eso de las 3 le aparecieron tres delincuentes a bordo de una moto. El conductor se quedó afuera, de “campana’, mientras que los otros dos encararon a Morales. “Entraron muy calmados. Uno, que llevaba casco y tenía el revólver, me dijo: ‘viejo, te vengo a asaltar’. Me ordenó que me tirara al piso y me quedara quieto, pero yo solamente me arrodillé. Le dije que se llevaran todo”, relató Morales. Lo peor fue cuando lo encañonaron en la cabeza y le pegaron hasta lastimarlo.

Los ladrones tomaron 5.000 pesos en efectivo, al menos 7 cartones de cigarrillos, 6 botellas de Fernet, una caja de Frizze y alguna que otra mercadería, por un valor de 10.000 pesos, denunció. En ese momento, una pariente de Morales estaba en el baño y llamó a la Policía, pero no pudo hacerse oír porque hablaba muy bajo. La que se dio un gran susto fue la mujer de Morales, que regresó del fondo y, apenas entró al local, vio a su marido de rodillas y con un ladrón apuntándole en la cabeza. Ella gritó: ‘¡qué pasa Enrique!’, fue ahí que los ladrones emprendieron la fuga.