El convencimiento, por mayoría, era que los restos eran de un aborto. Eso sugería la presencia de tijeras, guantes de látex, gasas y sábanas con coágulos de sangre en una bolsa precintada. Las especulaciones se hicieron mucho mayores cuando se supo que esa bolsa fue hallada de madrugada, alrededor de las 6,30 de ayer, a un costado de uno de los jardines del hospital de niños. Que provenían de alguien que abortó y arrojó las cosas antes de hacerse atender. Que el legrado pudo ocurrir en el mismo hospital. Que a lo mejor el asunto era mucho más grave con ribetes aún más escandalosos, fueron algunas de las teorías que, en el curso de la mañana, ganaron terreno en la opinión pública.

Pero el rigor de la investigación encarada por la Policía sirvió para demostrar que especulación y realidad muchas veces no van de la mano: los restos sí pertenecían a un trabajo de parto, pero uno querido y protagonizado de apuro el día lunes por Angélica Guevara (24). La joven no pudo llegar a tiempo para dar a luz en el hospital Rawson y parió a su hija con ayuda de tres policías de la seccional 6ta de Rawson que llegaron para asistirla.

Esa verdad quedó revelada alrededor de las 20 de ayer, cuando los policías de la seccional 1ra, al mando del comisario inspector Carlos Alfredo Castillo, se contactaron con la tía de la joven parturienta y diluyeron el enigma.

“La mujer reconoció el contenido de la bolsa y también el hecho de haberla dejado en el lugar donde la encontraron ayer dentro del hospital”, dijo Castillo.

Según el jefe policial, la tía de Guevara aseguró que al concluir la accidentada pero feliz llegada al mundo de su pequeña pariente, en el hospital le dieron a ella esas cosas para que decidiera qué hacer. Y como no quería llevárselas en el micro hasta su casa, resolvió dejarlas en el mismo hospital. Así, el curioso caso que levantó una polvareda con promesa de escándalo, no fue más que un reprochable descuido.