Fernando López (35) enfilaba hacia su casa por Hipólito Irigoyen al Sur, pero antes de llegar a Arenales, en Rivadavia, paró la marcha de su Fiat 600 por un fuerte olor a nafta. Abrió el capó del motor y vio una pequeña llama que de inmediato quiso apagar con su matafuegos. Pero ni el suyo ni el de otros automovilistas sirvieron: a las 11.30 de ayer las llamas consumieron todo el vehículo, ante la impotencia de su dueño.