La mayoría de los seis imputados detenidos que hasta ahora declararon en el Cuarto Juzgado de Instrucción por el asesinato de Cristian Arredondo, parecen arribar con una estrategia clara: despegarse y culpar al menor de dos hermanos, hijastros de la víctima, como autor de una maniobra aberrante: a ese joven, le atribuyen haber muerto a tiros y puñaladas a ese obrero, para luego quemarlo con nafta, enterrarlo un metro bajo tierra y taparlo con cal para que se desintegre.

Arredondo desapareció el 1 de abril pasado y recién el 22 del mismo mes lo encontraron bajo un parral cercano a la casa que le prestaban en una finca, en Marquesado, Rivadavia. Uno de los que complicó Exequiel Ortiz fue su propio amigo, también detenido: Erwin Villegas. Según su abogado, César Jofré, este joven declaró que el mismo Ortiz le confesó cuando estaban presos haber matado a Arredondo por los contínuos malos tratos, físicos y psicológicos, que sufrían él y su familia, principalmente su madre, Juana Barrionuevo.

Esta mujer de 41 años declaró ayer como sospechosa, pero según su defensor, Leonardo Villalba, aseguró que el 1 de abril estuvo entre las 20 y las 23,30 en casa de Arredondo, con quien discutió porque a pesar de no convivir juntos (tienen una hija) la celaba y la maltrataba. La mujer también dijo que recién en la comisaría se enteró que su hijo había cometido el asesinato. Otros dos sospechosos (hermano de Barrionuevo y su ex pareja) también de desvincularon. Hoy siguen las indagatorias.