Dos pruebas fundamentales jaquearon al agente de Policía Matías Mallea (24): el informe del médico forense sobre el lugar del impacto y la trayectoria que describió la bala en la cabeza de su novia Celeste Luna (21). Y las conclusiones del dermotest, un examen que sirve para revelar la existencia de restos de pólvora, que en este caso fue positivo en sus manos y las de la víctima, aunque "más abundante en una de las extremidades del efectivo policial", dijeron fuentes judiciales. Ayer, el agente se informó de las pruebas que se recabaron en la investigación, se negó a dar su versión cuando le preguntaron si ejercería su derecho de defensa y al final supo que quedaba muy complicado, pues el juez de Instrucción Guillermo Adárvez le imputó un homicidio doblemente agravado.

Esos agravantes son el hecho de haber mantenido una relación de pareja con la víctima en el momento en que ocurrió el presunto homicidio. Y también por la "violencia de género", precisaron.

El castigo para ese tipo de delito es perpetua y por eso fue que ayer se decidió mandar al policía a cumplir su detención en la cárcel de Chimbas.

Todo pasó el 15 de diciembre pasado en la casa de los padres del policía en la Villa Hipódromo, en Rawson. En el momento de la muerte de la joven, en la casa estaban su novio, un hermano y la madre del efectivo.

Ninguno de los parientes del joven refirió algo extraño, pero para los pesquisas era algo de esperar, al fin, son sus familiares más íntimos y es lógico que lo defendieran, indicaron.

Quienes están convencidos de que el policía mató a Celeste son los familiares de la joven víctima y ya lo manifestaron públicamente, pues se habían referido al policía como alguien conflictivo.

De todos modos, dos pruebas sirvieron para inclinar la balanza hacia las sospechas de un crimen: la autopsia y el dermotest.

Según voceros del caso, el médico forense concluyó que la bala ingresó en la zona del ojo izquierdo de la víctima, con una trayectoria de izquierda a derecha y descendente hasta salir por el lugar de la nuca.

Esa sola conclusión aleja la hipótesis de un suicidio pues sería muy incómoda la posición para tomar el arma y efectuarse un disparo, indicó un investigador.

Ese dato parece cobrar más sentido y lógica al complementarse con la prueba del dermotest, pues arrojó mayor presencia de restos de pólvora en la mano del policía. Quienes saben de armas aseguran que los restos de la combustión por el disparo dejan mayor presencia de restos en la mano de quien la empuña.

Por todo eso es que se sospecha que el policía mató a su novia. Sin embargo la investigación recién comienza y el policía aún tiene la posibilidad de dar una explicación: en su entorno se menciona que antes del disparo hubo una discusión y la defensa ahora podría incluir ese elemento más un supuesto forcejeo en el momento del disparo. Pero de ahí a que esa posibilidad sea tenida por cierta, existe un largo trecho.