Con reglas. El condenado aún puede reclamar ante la Corte de Justicia. Si no lo hace, el fallo quedará firme y deberá cumplir ciertas reglas de conducta que le fijará el juez Raúl José Iglesias.

Ocurrió el mismo día que cumplían 6 años de casados, el 31 de marzo de 2018, a la noche. Pero esa vez no había nada que festejar, porque la convivencia se había tornado un conflicto permanente y hacía un mes que compartían techo, pero no cama. Esa noche, sin embargo, cuando la mujer (es docente) acostó a sus hijas, él quiso tener relaciones y se lo dijo directamente: "Podemos estar enojados pero tener sexo, eso es otra cosa". Una cerrada negativa fue la respuesta, pero él insistió de una manera poco amable: según la víctima, la tomó del cuello, de un brazo y el cabello, y en medio de forcejeo la trató de "p...", hasta que pudo tocarle sus genitales, pero ella zafó y lo corrió de la habitación. Al otro día, mientras ella desayunaba con sus hijas él apareció en escena con un comentario hiriente: "Mamá está ocupada, mamá tiene que atender a sus hombres". Y entonces ella evaluó que la situación no daba para más: dijo que salía para hacer unas compras pero enfiló derecho a poner la denuncia. Días después, el 3 de abril, el sujeto de 34 años (no mencionado para preservar a sus hijas) se fue de la casa en medio de insultos y amenazas, según la acusación. "Vas a pagar con sangre lo que has hecho, te voy a pegar un tiro en la pierna, prostituta, hija de p...", consta en la denuncia.

Una exclusión del hogar y la prohibición de acercarse a 200 metros a la mujer y a sus hijas, agravó aún más la grieta entre los aún esposos, según el expediente.

Por esa denuncia, llegó libre a juicio en la Sala I de la Cámara Penal acusado de abuso sexual y amenazas simples. Al cabo del debate, el fiscal Carlos Rodríguez pidió que lo condenaran a 2 años de prisión en suspenso (sin encierro) por ambos delitos, basándose en pruebas que consideró contundentes. A saber: el informe del médico sobre la presencia de lesiones en la zona del cuello, la clavícula y el antebrazo izquierdo. Los informes psicológicos sobre ella, en los que se asegura que no miente, y a él lo exponen como alguien carente de empatía con el otro y de estilo "autoritario".

El defensor Nicolás Fiorentino, en cambio, cuestionó cada una de las pruebas de Fiscalía y, ante el juez Raúl José Iglesias, alegó que no se había probado que su cliente cometiera delito alguno, atribuyó la denuncia a una problema personal de la mujer con su asistido y pidió la absolución, dijeron fuentes judiciales.

Tras analizar la prueba y los argumentos de las partes, el magistrado consideró acreditado el delito sexual pero no las amenazas. Y en un fallo poco usual en San Juan, lo condenó a 8 meses de prisión sin encierro, precisaron.

La sentencia aún no está firme.