El pensamiento de Elizabeth Vega (78) impresiona: ‘Esa vez hubiera sido mejor que me mataran porque para quedar así… por mucho tiempo me costó dormir de noche, nunca más volví a mi casa porque tengo un miedo terrible. Iba a la iglesia porque soy miembro de la Acción Católica y trataba de hacer algo, pero me retiré de todo. Ese delincuente me arruinó lo que me queda de vida. Encima tengo artrosis, hipertensión y veo de un ojo porque sufro diabetes y no me hizo nada que me operaran dos veces de cataratas’, aseguró ayer a este diario. El terrible temor está justificado: en la madrugada del 5 de agosto del año pasado, se levantó por un ruido que escuchó en la cocina de su casa en la Villa San Patricio, Chimbas, y cuando resolvió quedarse despierta viendo televisión porque no podía dormir, recibió tal golpiza, que quedó con moretones en el rostro y el cuerpo, debieron hacerle puntos en su cabeza y en una oreja. Y hasta perdió casi todos los dientes de abajo a manos de un sujeto que le pedía plata y como único botín sólo logró robarle las llaves de su casa, dejándole la amenaza de volver a buscar ese dinero que no tenía.

Elizabeth está convencida de que su atacante es su propio vecino, Fernando Alberto Giménez (32). Y tal es el miedo que le tiene, que a través de la fiscal Alicia Esquivel Puiggrós, pidió ayer no verlo en la primera audiencia del juicio que el juez José Atenágoras Vega le sigue en la Sala II de la Cámara Penal.

‘No puede ser lo que me hizo, yo no tenía nada de plata si le debía a todos los que me fiaban. Cuando eran niños y el padre los dejó, yo en escondidas de mi marido y mi único hijo, les hacía una olla con comida y se las daba’, aseguró.

Y agregó: ‘Fue él, lo reconocí por las cejas y por la voz’. De todos modos, no quedó claro por qué en algunos tramos de sus declaraciones menciona que pudieron ser dos sujetos, e incluso haber visto la sombra de una mujer.

Giménez no tuvo problemas en admitir que tiene tres condenas (dos por robos agravados y una por violación de domicilio) que le quedaron unificadas en una de 7 años y 5 meses. Pero niega de plano haber perpetrado ese ataque. Dijo que a la hora del hecho dormía y acotó: ‘siempre le ayudé, ella es más humilde que yo. Seguro que la familia de la chica que la cuida le llenó la cabeza porque no me quieren’. A través de su defensora oficial, Mónica Sefair, Giménez presentó las radiografías y el informe médico de un dedo destrozado por un mazazo en una obra que -dijo- le impedía y le impide usar su mano izquierda. Y el juez lo aceptó como prueba, igual que el testimonio de su concubina, pese a la oposición de la fiscal por considerarlas ‘extemporáneas’.