"Toma una gota de alcohol y se pierde, es un mentiroso y violento". Esa dura acusación y otras también de peso disparó la mujer que denunció por violencia de género al ahora exfuncionario del Ministerio de Turismo Nahuel Fernández, detenido el pasado miércoles y excarcelado el viernes tras la audiencia en la que afirmó que ella se autoagredió y que él sólo se defendió esa noche que discutieron en la puerta de su casa en Pocito.

La denunciante, de 31 años (no identificada para proteger su integridad), eligió este diario para desmentir esa versión y aprovechó para lanzar munición gruesa contra el exdirector de Relaciones Institucionales: dijo que la violentaba seguido, que está en contacto con parejas anteriores que también sufrieron violencia de género de parte de Fernández y que cree que tiene esos comportamientos porque es alcohólico y fuma marihuana.

La mujer contó que lo conoció a mediados del 2020, en un almuerzo. La relación se afianzó cuando él empezó a colaborar con el merendero que tenía la madre de ella. Formalizaron, se fueron a vivir juntos y, según palabras de la denunciante, en el primer año de convivencia él "era una persona normal". Sin embargo, pasado ese tiempo, comenzó con actitudes repudiables, como insultos, ofensas y denigraciones. Ella contó que un episodio por demás grave fue el 3 de agosto del año pasado, día en el que decidió irse de la casa que compartían en el Barrio Margarita Ferrá tras una paliza "porque le habían robado en el súper y me culpó a mí porque íbamos hablando por teléfono cuando pasó eso". Según su versión, ese día el exfuncionario "llegó totalmente sacado" y "me golpeó delante de mi hijo (hoy de 12 años), me rasguñó y me arrancó los pelos". Señaló que no hizo la denuncia por miedo a que no le creyeran y por la figura pública de su entonces pareja, pero sí tomó la decisión de marcharse de la vivienda.

La mujer ahora se arrepiente de no haber puesto punto final aquella vez, pues volvieron y "nada cambió". Ella se mudó a Rivadavia y él siguió en esa casa de Pocito, pero "continuando como pareja, vivíamos en las dos casas", aclaró la presunta víctima, contradiciendo a Fernández que aseguró que no estaban juntos.

El hecho que desencadenó el escándalo ocurrió durante los primeros minutos del pasado miércoles, en la puerta del hogar de Fernández. El exintegrante del Gobierno declaró el viernes ante el juez Juan Gabriel Meglioli que esa noche estaba con dos amigas (una de ellas con un bebé) que habían ido a cenar junto a otro hombre, que se había retirado. La denunciante dijo que nunca vio a esas personas porque cuando llegó en moto a la casa de la escuela (termina el secundario en una nocturna), como lo hacía normalmente, su pareja "sale y me dice "negra, ¿por qué mejor no te vas?"". Allí, en la vereda, empezaron a discutir, "forcejeamos, me agarra de los pelos, me lleva contra el portón y mi cabeza rebota. Trato de soltarme pero no puedo, me tropiezo y caigo de espaldas". Estando en el suelo, "se arrodilla y me empieza a pegar. Me golpeó la nariz, la boca, el cuello, me daba piñas en la cara y me hizo un corte, no sé si con las uñas o las llaves de mi moto". La supuesta víctima agregó que el hombre le mordió la mano derecha ("me clavó los dientes como para arrancarme un pedazo") cuando ella pretendía quitarle las llaves que él le había sacado, y que cuando pudo librarse llamó desde su celular al 911. Sin embargo, la llegada de la policía no significó un alivio o una muestra de seguridad, porque "los policías eran conocidos de él y no hicieron nada, solamente llamar a una ambulancia porque él fingió un ataque al corazón, decía que le dolía el pecho". Al llegar, el personal médico "comprobó que él no tenía nada y a mí me dieron un paño para limpiarme la sangre". Para ese entonces uno de los patrulleros ya se había ido y junto a ella estaba un efectivo motorizado que "parecía que me estaba custodiando a mí, como si yo hubiese sido la agresora". Por algún motivo no se inició el procedimiento de Flagrancia y a ella los policías le "insistieron tanto que me fui, tenía una impotencia terrible porque me hicieron sentir que no valía nada", expresó entre lágrimas.

La mujer entonces se marchó rumbo a su casa pero en el camino paró en la comisaría 13ra porque "tenía una crisis de nervios terrible". A ese lugar llegó su madre, que fue quien atendió el teléfono de su hija cuando llamaron desde Cavig, pidiendo que se acercara porque habían decidido rastrear su caso. Un móvil de la 13ra la trasladó y allí pudo ser escuchada. Ella contó que mientras radicaba la denuncia se presentó Fernández con la cara lastimada diciendo que había sido golpeado, pero que le solicitaron que se marchara ("hay hombres como yo que sufren violencia de género y a veces nos cierran las puertas", dijo luego él en la audiencia) porque su pareja era quien lo estaba acusando: "No lo rechazaron, lo que pasa es que estaba yo adentro denunciando, la verdadera víctima".

Los brazos todavía me duelen, tengo moretones verdes, también la cabeza. Mi mamá me bañó ese día y me sacó los pelos que él me arrancó”, dijo la mujer, quien aportó las fotos de su cuerpo.

Ese día la mujer se acostó muy tarde y la despertó, cerca de las 10, una llamada del exfuncionario que le decía "culpa tuya me echaron, hija de p...". "Esa noche él estaba alcoholizado y capaz con algo más. No me sorprendería porque casi todos los días fuma marihuana, lo hace naturalmente", afirmó ella. "Esta vez lo denuncié porque ya me cansé... ¿cuántas veces más me iba a pegar?", se preguntó. Y siguió: "Me da vergüenza salir a la calle, ni a la escuela quiero ir. Los vecinos me preguntan qué me pasó pero ellos saben que no es la primera vez que me hace algo así, saben que muchas veces vino a agredirme, a hacerme problemas en la madrugada, a patearme la puerta".

"Me da mucha bronca, dolor, impotencia que se haga la víctima. Nunca se preocupó por mí, se fumó un pucho con los policías y yo estaba tirada a unos metros", agregó, otra vez desparramando lágrimas.

Para cerrar, pidió que Fernández "haga un tratamiento psiquiátrico, que acepte que es un adicto y que se trate porque chupa, es adicto y no va a trabajar nunca, cobra por hacer nada". "No lo perdono, no lo quiero tener cerca, no quiero más contacto con él. Solito se arruinó su vida", concluyó.