La avioneta encargada de combatir incendios en San Juan tuvo una gestación acelerada, una vida muy apagada y una muerte muy prematura. La postal angustiante de ayer, de la nave convertida en un ovillo de chapas, era la síntesis perfecta del triste derrotero del avión hidrante que con menos de 5 meses en funcionamiento, había intervenido en uno solo de los 50 focos de incendios rurales que hubo en la provincia hasta fines de julio pasado. A la vez, el dato que mejor traduce esa parábola fue que la máquina debía permanecer en San Juan hasta septiembre de este año. Pero quedó destruida 7 semanas antes de tener que devolverla.

El avión llegó a San Juan enviado por los responsables del Plan Nacional de Manejo del Fuego, que se encarga de administrar los recursos del Estado para combatir sobre todo los incendios forestales en el país. Cuando dijeron que lo enviarían, en la modalidad de comodato, en Bomberos salieron a festejar el anuncio. Con esto, preveían, se podía hacer frente con mucha más eficacia a los múltiples incendios de pastizales que se extienden voraces cada vez que hay un viento fuerte en la provincia.

Tanta expectativa estuvo acompañada de una capacitación especial que brindaron desde la Nación a los bomberos locales, para que aprendieran a operar con el avión cargado con agua y a actuar de forma conjunta con los dos pilotos, cuyo sueldo también sale de las arcas nacionales. Ni bien llegó, al avión hidrante se lo vio en plena maniobra, arrogante y seguro, arrojando agua sobre los terrenos del Aeroclub de Pocito.

Pero, pese a que el arribo de este recurso se festejó ampliamente, empezaron a llegar los vientos Zonda y Sur. Y con ellos, los incendios intencionales en las grandes zonas de cañaverales, pastos y totorales del Médano de Oro, Albardón, Ullum y Zonda. Entonces el avión hidrante se volvió el gran ausente de estos episodios, ya que no se lo veía sobrevolar ningún foco de fuego.

La situación estalló a finales del mes pasado, cuando un incendio rural, en un día de ráfagas de viento que superaron los 80 km/h, arrasó con el 90 por ciento de la flora autóctona del Parque Sarmiento, declarado Area Protegida en Zonda. DIARIO DE CUYO averiguó por qué la avioneta no había estado allí para combatir las llamas, y la respuesta oficial fue demoledora: el avión hidrante, aseguraron quienes lo enviaron a San Juan, no puede volar con viento fuerte ni de noche; es decir, con las condiciones que suele haber cuando surgen los incendios en los que más se necesita esa nave. Eso explicaba el hecho de que con 50 incendios rurales en los que había intervenido Bomberos, sólo 1 había tenido al avión funcionando.

Esto generó una fuerte polémica en la opinión pública, que comenzó a preguntarse cuánto sentido tenía haber traído a la provincia algo que la mayor parte de las veces no iba a servir. Y esa discusión aún no se entibiaba del todo, cuando ayer por la tarde el propio avión decidió darle punto final.