La noticia que regó los medios de Santa Fe, San Juan y algunas provincias de que "tres sanjuaninoos murieron en un accidente en Santa Fe" tiene que reescribirse con el paso de los días. Es que el accidente que ocurrió en las últimas horas del domingo pasado tuvo efectivamente 3 víctimas fatales, pero solo una de ellas era sanjuanina. Los datos aportados por la única sobreviviente, una niña de 13 años que quedó en completo estado de shock, y el vehículo que se quemó por completo calcinando cuerpos y documentación, generaron una confusión inicial.

El sanjuanino fallecido era Roberto Jesús Ávila, tenía 68 años. Las otras dos víctimas, Claudia Sosa y Rubén Palacios (conducía el vehículo), eran oriundas de la ciudad de Punta Alta, bien al Sur de la provincia de Buenos Aires y ubicada a pocos kilómetros de Bahía Blanca. La menor también era de aquella zona. 

Ávila residía en aquella localidad bonaerense hacía varios años, pero en San Juan su nombre no pasaba desapercibido por su pasado: era Veterano de Guerra de Malvinas. Estuvo encomendado a cumplir tareas en el destructor ARA Py, que brindaba apoyo junto con otros buques a distintas embarcaciones y submarinos.

Había llegado a San Juan el sábado pasado a las 18, pura y exclusivamente para buscar en la casa de su hermana Nelly una condecoración (medalla y diploma) por su participación en la Gesta de Malvinas que su prima había recibido en su ausencia. Esa noche cenaron y al otro día partieron rumbo a Punta Alta a eso de las 11, para viajar tranquilos, bien dormidos, contó a este diario Valeria Ávila.

Ávila se había sacado fotos con su diploma y medalla.

La muerte lo encontraría a él y a los ocupantes de la Renault Duster alrededor de las 22:15 del domingo, en el kilómetro 440 de la Ruta Nacional 7, en jurisdicción de Rufino, a 425 kilómetros al sudoeste de la capital santafesina, en el límite con Córdoba.

Ávila era el hijo menor de 10 hermanos, familia que tenía como jefes de hogar a Ramón Ávila y Manuela Vera, sus padres. Tenía un hijo, Ariel. De su Rawson natal salió muy jovencito, cuando apenas tenía 18 años para incorporarse a la Armada Argentina.

El vínculo con su madre era muy fuerte, en aquellos tiempos -cuenta su sobrina- acostumbraba a mandar cartas y postales, algo que mantuvo casi hasta la muerte de su madre, hace 21 años.

Roberto en sus inicios en la Armada.