Eric Castillo explicó que por llegar tarde lo mandaron a trabajar cerca del canal donde escuchó los gritos de la abuela de la nena y así pudo salvarla.

Las cosas del destino. Si Eric Castillo (20) no hubiese llegado tarde a su trabajo en un pasero de Caucete y no hubiese ligado un "castigo", probablemente hoy la familia de Ainara Ahumada estaría llorando su muerte. La nenita de 3 años cayó a un caudaloso canal y corría serio peligro de ahogarse, pero el joven, que también forma parte del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Caucete, no dudó en arrojarse al agua y pudo salvarla. Según su relato, todo fue posible gracias a que lo reprendieron mandándolo a entrar una carga que estaba en el frente del predio de la empresa. "Eso me permitió escuchar los desesperados gritos de la abuela de la niña pidiendo auxilio, si no nadie se daba cuenta", apuntó quien ayer no paraba de recibir felicitaciones de todos lados.

Ainara es mendocina y el pasado lunes vino con su familia a visitar a su abuela, que vive en la localidad caucetera de La Puntilla. El viaje casi termina en tragedia cuando la nena corrió detrás de una pelota con la que estaba jugando. Su abuela, quien la estaba cuidando, no pudo evitar que cayera a un ancho, profundo y caudaloso canal. Y de inmediato empezó la desesperación, pues la señora sólo miraba cómo se la llevaba la corriente, sin poder hacer nada, mientras repetía "ayuda, se me ahoga, se me muere".

Pero afortunadamente Castillo pudo oír los gritos de la mujer, y de inmediato se calzó el traje de héroe. "No lo dudé, me saqué la remera y me tiré", comentó. El joven nadó un par de metros y alcanzó a la nena, que para ese entonces ya había dejado de mover los brazos y estaba inconsciente. "La abracé y le hablaba, pero no tenía reacción", apuntó. La corriente los llevó más de 200 metros y recién pudieron salir cuando Castillo se agarró de unos peldaños de acero amurados a una pared del conducto. Pero el esfuerzo no terminó ahí, pues la nena no daba señales de vida. "Durante más o menos 10 minutos le hice RCP (reanimación cardiopulmonar), con la ayuda de la abuela que le hacía respiración boca a boca, hasta que tosió y largó el agua", contó. Ainara fue trasladada al hospital y a las pocas horas recibió el alta. "Cuando vi que reaccionó se me llenaron los ojos de lágrimas. Me siento orgulloso", cerró Castillo con el pecho bien inflado, y no es para menos.