El juez Alberto Benito Ortiz procesó con prisión preventiva a un hombre y sus hijos jornaleros, por las incestuosas relaciones sexuales contra una joven de 19 años y una nena de 10, ambas con retraso mental.

Fue la chica de 19 años la que estalló, cuando entró a la habitación de un hermano y lo encontró en pleno abuso sexual contra su sobrinita, que tiene 10 años y un leve retraso mental, igual que ella. Era la segunda vez que intervenía y frenaba esa perturbadora escena con los mismos protagonistas y entonces decidió hablar, ya fuera de su casa, pues puertas adentro existía un terrible pacto de silencio. Pero en boca de la joven, el relato de los abusos que había padecido la niña se multiplicaron por partida doble, pues al momento de revelar la tremenda situación de la nena, también comentó a una psicóloga del departamento Sarmiento (allí ocurrieron los hechos) los reiterados abusos y violaciones que ella misma había sufrido también a manos de su propio padre y otro hermano (todos jornaleros), desde los 10 años y hasta poco antes de que denunciara, en diciembre pasado.

Según la investigación, la nena fue abusada y violada entre los 3 años (cuando su madre la dejó al cuidado de sus abuelos) y los 10 años. Su tía entre los 10 y los 18 años; es más: la chica dijo que tomó la precaución de hacerse colocar un dispositivo anticonceptivo cuando tenía 15, para no quedar embarazada. Y precisó que su papá dejó de abusar de ella cuando se embarazó de su actual pareja, y su hermano cuando se puso de novio, unos 5 meses antes de la denuncia.

Con los datos aportados por las víctimas, los testigos y los informes psicológicos, el juez Alberto Benito Ortiz (Primer Juzgado de Instrucción) consideró probado que los hechos existieron tal como fueron denunciados, ordenó meter presos al padre de 52 años y sus hijos de 32, y los mandó a la cárcel con prisión preventiva hasta que sean juzgados, dijeron fuentes judiciales.

La conclusión del juez no pudo ser otra, pues las psicólogas que entrevistaron a la nena y su tía detectaron en ellas signos compatibles con quienes han vivido situaciones de abuso. En los sospechosos un mecanismo típico de las personalidades perversas y narcisistas, la "desmentida". Y en el círculo familiar un tácito pacto de silencio con sus "propias reglas arbitrarias en las que todo está permitido" (como el incesto), y el agregado de que los tres sospechosos son principales sostenes económicos en un ambiente de pobreza.

La nena fue ultrajada entre los 3 y los 10 años. Su tía, entre los 10 y los 18.

Esta última conclusión se desprendió de los testimonios de la esposa del jefe de hogar y otra de sus hijas. Ambas dijeron desconocer que existían tales abusos y trataron de aparentar una relación familiar como cualquier otra.

Es más, la jefa de hogar apoyó la versión de los imputados al negar que su marido o su hijo hubieran abusado de la denunciante. Y, al igual que su otro hijo implicado, trató de instalar la idea de que la nena fue abusada por vecinitos.

Para el magistrado no quedaron dudas de que existió esa prohibida forma de vivir, pues a la denunciante se la notó con una gran carga de angustia y culpa al momento de ratificar sus dichos en Tribunales, donde trató de atenuar o distorsionar todo, pues su parientes no le dirigían la palabra y la culpaban de destruir la familia, indicaron.