Atentado. Ceferino Campos está convencido que ambos incendios fueron intencionalmente, incluido el de ayer, en el que perdieron varias de sus cosas. El hombre pide ayuda, comunicarse al 2645813365.

Cuando al caucetero Ceferino Campos (42) le ofrecieron que sea casero de una finca, le dejaron en claro que era sólo por un tiempo hasta que consiguieran otro encargado. Entonces el hombre aceptó la propuesta, pero decidió mudarse solamente con su mujer y sus cinco hijos más chicos. Y a los tres mayores (una chica de 18 y dos varones de 15 y 14 años) les ordenó que se quedaran en el viejo rancho donde estaban viviendo para que lo cuidaran y lo mantuvieran para cuando tuvieran que regresar todos allí.

Pero la tarea que les encargó no es para nada fácil, porque según él a toda costa quieren correrlos con la intención adueñarse del terreno, contiguo a la antigua Bodega Garade, en la Villa Dolores, una zona conflictiva de Caucete.

Eso quedó demostrado en primera instancia -dijo- la noche del pasado domingo, cuando desconocidos intentaron prender fuego la precaria estructura de adobe, palos y cañas. No prosperaron en su intención, pues las llamas fueron controladas.

Sin embargo, ayer por la mañana fueron por más y la cosa fue distinta: volvieron a atacar con fuego y esta vez lograron que las llamas destruyeran un sector del rancho y gran parte de las pocas pertenencias de la familia, como un TV, un mueble, una cama y gran cantidad de ropa. 

"Mis tres hijos no estaban. Yo anduve por acá como a las 9.30 porque siempre vengo a darme una vuelta. Después me fui y como a las dos horas me fueron a avisar que se estaba quemando todo", relató Campos.

Bomberos del Destacamento Nº 5 de la Policía trabajaron en el lugar y lograron evitar un daño mayor, pero igual la vivienda quedó muy dañada y las cañas del techo ayer estaban a punto de ceder.

"Un cortocircuito no pudo haber sido, los cables están para el otro lado de la casa. Quieren que nos vayamos, eso es lo que pasa. Esta es la segunda vez que quieren corrernos quemando nuestra casa. El problema es que en algún momento tenemos que volver", afirmó Campos, visiblemente fastidioso. La familia vive de las changas que él hace y de la leña que recolecta para vender. Además cobran una pensión del Gobierno, pero aseguró que al ser tantos no les alcanza. "Con lo que cuesta tener cada cosa nos pasa esto", se lamentó por su parte Rocío, la hija mayor.