Ese mismo día un hisopado había confirmado que tenía covid-19, pero igual decidió salir de su casa, impulsado porque su hijita de 3 años se quejaba del dolor de panza. Juan Roberto Sanguedolce (26) quiso buscar una solución pero terminó encontrando la muerte. Nunca imaginó que en el camino a la farmacia su suerte iba a quedar sellada para siempre tras desvanecerse y caer de su moto, una Rouser 200cc que dominaba a la perfección, con decir que tenía tanta experiencia que hasta había competido en carreras amateurs. Pero el destino le jugó una mala pasada a ese policía con jerarquía de agente que trabajaba en la comisaría 23ra y que cariñosamente era apodado "Sanguchito". Ayer su esposa estaba totalmente destrozada y no encontraba la forma ni la fuerza para explicarle a su nena que su papá ya no está más. Los tres vivían en el Barrio Santa María, en Chimbas. Tenían una vida llena de proyectos, algunos a cumplir y otros consumados, como el cero kilómetro que hacía muy poco habían comprado. Todos los planes se truncaron sobre las 18 del último martes, cuando transitaba por Necochea en dirección al Sur, en Chimbas. Metros después de Rodríguez, la víctima perdió el control de la moto y terminó cayendo a un costado de la calle. La caída fue brusca pero en un principio parecía no comprometer su vida, a pesar de que no llevaba casco. Su familia dijo que lo subieron semiconsciente a la ambulancia que lo trasladó al Hospital Rawson. Allí entró a las 18.50 y a las 20.20, cuando lo ingresaban para hacerle una tomografía, entró en paro y su cuerpo no resistió más.

Los investigadores aguardaban anoche el resultado de la autopsia, demorado porque los forenses trabajaron bajo un protocolo especial al tratarse de un cuerpo infectado con covid. Según fuentes judiciales, la víctima tenía raspones y golpes propios de una caída en moto, pero en un principio no notaron lesiones graves. Es por eso que la hipótesis principal era que falleció por una falla orgánica. De hecho algunos testigos declararon que el policía circulaba derecho y que en un momento comenzó a irse para un costado hasta caerse, por eso suponen que se desvaneció al volante. En la calzada los pesquisas no encontraron ningún pozo o defecto.

"Era el loco, el payaso, el que alegraba las juntadas. Uno nunca espera enterrar a un hijo", lamentó ayer Estela Ocampo, aguantando las lágrimas por la pérdida del menor de sus tres mimados.