"Yo no fui". Marcelo Sosa llegó ayer a Tribunales para reconocer que sólo llegó hasta la puerta de la casa de la víctima. Negó haber participado en el crimen de Carlos Scalzotto, pero no le creyeron.

Un homicidio agravado: por la alevosía (matar a un indefenso). Por el ensañamiento (hacerlo sufrir). Por el concurso premeditado de dos o más personas. Por odio a la orientación sexual (homofobia). Y para lograr impunidad en otro delito, el robo (criminis causa). Esos cinco agravantes le atribuyó ayer el juez Martín Heredia Zaldo (Cuarto Juzgado de Instrucción) a Marcelo Sosa (23) uno de los dos sospechosos (el otro está prófugo) de haber pactado una cita sexual con el conocido luthier Carlos Scalzotto (67) para matarlo y robarle su auto, unos $20.000, cinco guitarras y otras cosas el pasado 21 de febrero pasado, en su casa del barrio Lebensohn, Chimbas.

La única posibilidad de castigo para ese delito al cabo de un juicio, es perpetua. Pero ayer Sosa intentó desligarse: no desconoció que pudo tener contactos telefónicos con Scalzotto, pero le echó la culpa a su cómplice prófugo, Juan José Menéndez, alias "Porteño", indicaron fuentes judiciales.

¿Qué dijo Sosa? Básicamente que pudo haberse contactado en la plaza Aberastain con Scalzotto (sólo se refirió a un hombre de entre 55 y 65 años), y que éste le propuso hacer algunas changas en su casa, como cortar el pasto, pero aclaró que nunca fue. También aseguró que aquella noche llegó hasta la puerta de la casa de la víctima, pero que fue el "Porteño" quien ingresó, le invitó de beber "Campari" en la vereda y luego le pidió que manejara el Chevrolet Corsa de la víctima con todo el botín, con el que partieron destino a la casa del "Colombiano", que está detenido. Por el sonado caso también están presos la pareja de Sosa, que estaba al tanto del homicidio, y otros tres supuestos encubridores, incluido el "Colombiano".

Scalzotto había heredado la tradición familiar de fabricar guitarras, muy reconocidas a nivel nacional. El 21 de febrero pasado, en la tarde, lo encontraron desnudo, amordazado y atado de pies y manos (de ahí la indefensión). Como no murió en el acto (fue estrangulado) se sospecha que lo hicieron sufrir. Pero el juez también entiende que lo mataron por odio a su condición de homosexual, porque actuaron premeditadamente al menos dos personas y porque el crimen fue el medio para asegurarse la impunidad en el robo que habían ido a cometer, pues Scalzotto los conocía y podía delatarlos.

La pista clave para llegar a los homicidas, fueron las cámaras de seguridad.