Aquella noche, Nelson David Peñaloza (27) llegó a la casa de su hermana en el barrio Valle Grande, Rawson, y sobre el termotanque escondió un revólver calibre 22, cargado. Luego, salió a tomarse unos vinos con un amigo. Cuando volvió, ya en la madrugada del 26 de noviembre del año pasado, la posesión de ese revólver lo convertiría en homicida. Sobre las 5, un vecino de ese barrio, Claudio Domingo Britos (25 años, alias "Tucumano") quiso agredirlo con un cuchillo mientras lo señalaba como parte del grupo que -creía- le había robado su teléfono celular cuando llegó a comprar cerveza al kiosco donde estaba Peñaloza con unos amigos. Ese primer encuentro terminó con Britos yéndose a su casa, furioso, y con Peñaloza a lo de su hermana a buscar el arma, para no dejar pasar por alto el asunto. Cuando se cruzaron por segunda vez, instantes después, volvieron a discutir, Peñaloza golpeó con el arma a Britos y le efectuó un disparo a los pies. Y salió a la carrera perseguido por su rival con el cuchillo, porque quiso disparar otra vez y no salió el proyectil.

Víctima. Claudio Domingo "Tucumano" Britos (25).

En el camino, esa persecución se invirtió, pues Peñaloza se ocultó en una casa, Britos pasó de largo hasta caer, enredado en un alambrado perimetral. Ahí su rival le efectuó al menos cuatro disparos más, uno de los cuales le perforó el pecho y lo mató.

La mecánica de ese homicidio es ahora un punto polémico entre el juez y la fiscal del caso. El magistrado Benedicto Correa (Quinto Juzgado de Instrucción) entendió que Peñaloza mató, excediéndose en su legítima defensa y lo excarceló (lo permite el delito).

También liberó por falta de pruebas a un cuñado de Peñaloza, Guillermo Ramón Gil, a quien se le atribuía haber alentado a Peñaloza a que atacara de un tiro a la víctima y haber participado en ese hecho.

Pero la fiscal Claudia Salica entendió que a ese hecho le cabe una calificación delictiva más grave y apeló, para que Peñaloza vuelva prisión y sea procesado por un homicidio agravado por el uso de un arma de fuego y por portación ilegal de un arma de uso civil.

La fiscal consideró que en el segundo momento de aquel violento cruce, cuando Peñaloza pasó de perseguido a perseguidor y tuvo a su merced a su rival en el piso, trabado entre los alambres, pudo haber tomado otro camino, incluido el de desistir de atacar, pues ya no estaba amenazado ni su vida corría riesgo, pero optó por disparar y matar. Y por eso sostiene que no se excedió en su legítima defensa.

Ahora, un tribunal superior debe decidir.