Sin chances. La víctima fue aplastada por el tractor y murió en el lugar. Juan Sosa (abajo), estaba desconsolado por la desgracia de su primo.

En cuclillas, agarrándose la cabeza y con el rostro empapado en lágrimas, Juan Sosa (34) miraba desde lo lejos cómo los bomberos sacaban el cadáver de su primo, Leonardo Olmos (24). Un hombre se le acercó y palmeándole la espalda le dijo que no se pusiera mal porque él no tuvo nada que ver, que fue un accidente. Pero Sosa no encontraba consuelo. No paraba de llorar y se estremecía aún más cuando se le venía la imagen del tractor cayendo al desagüe. "Me largué de la camioneta y fui corriendo, pero vi que ya lo había aplastado", recordó.

Sosa y Olmos eran primos. Juntos le changueaban al ciudadano boliviano Eber Mamaní (30), asentado hace un tiempo en el San Martín natal de ellos. A los muchachos les venían bien los trabajitos para alzarse unos pesos. Nunca imaginaron que esa relación laboral iba a tener un trágico final.

Fue en la mañana de ayer, cuando iban camino a una finca a cortar leña, una tarea para nada desconocida por los changarines. Pero esta vez el patrón además les pidió que lo ayudaran a llevar un tractor que tenía una falla mecánica, por lo que lo iban a tirar con su camioneta Toyota SW4. "Me dijo a mí, pero yo no sé manejar. Entonces se ofreció el Leo", contó Juan.

Subirse a esa máquina fue lo último que hizo Olmos. Porque cuando circulaban por Quiroga rumbo al Oeste, unos metros antes de llegar a Mitre algo pasó y el conductor se fue con tractor y todo al fondo de la zanja. Gritó unos segundos y no se lo escuchó más. Mamaní y Sosa desde la camioneta sintieron una sacudida (la eslinga se cortó), pero cuando miraron para atrás ya era tarde. La hipótesis de los investigadores es que Olmos perdió el control del tractor (iba en marcha para que funcionara la dirección hidráulica). Y que con meter apenas una rueda al desagüe (la calle prácticamente no tiene banquina) fue suficiente para que la máquina terminara cayendo por su propio peso, aprisionándolo a él. Ahora un juez debe decidir si a Mamaní le cabe culpa alguna.

"Era excelente, no tomaba, no fumaba, no farreaba. Y muy trabajador. No le tendríamos que haber llevado nada, si solamente le cortamos leña nosotros", cerró Sosa. Pero ya era tarde.