Tania Tejada y su madre, en la redacción de Diario de Cuyo.

La irresponsabilidad de ponderar como tóxica a una pareja cuando en realidad se enmarca dentro de una relación violenta. Este es el caso de Tania Tejada, que a sus 23 años pasó por todas las formas de violencia catalogadas: psicológica, económica y física. Su cuerpo es el lienzo donde se inscribe el dolor.

Llegó a la redacción de DIARIO DE CUYO con su madre, Rosa Carmen Aray (50), ambas estaban desesperadas y en busca de alguien que escuchara lo que tienen para decir. No habían dormido. Su casa fue vulnerada por el agresor, identificado por la policía como Alejandro Figueroa (30). La noche anterior habían caminado en los techos de la vivienda de Tejada y roto los cristales de las ventanas, ahora parchadas con bolsas negras de nylon. Tania realizó la denuncia correspondiente en el Quinto Juzgado de Instrucción, a cargo de Benedicto Correa.

Quemaduras de cigarrillos y agua hirviendo.

El relato de Tejada y su madre es estremecedor, las lágrimas brotaron de sus ojos en más de una ocasión y el cuerpo de Tania está marcado por su relación con Figueroa. Al costado de la boca, cerca de la comisura izquierda, tiene una quemadura cicatrizada. Una mañana tomaba un té y su pareja le tiró agua hirviendo en la cara. En la denuncia la joven ofrece más precisiones: “Alejandro me decía que si me iba a la casa de mi mamá, me iba a pegar un tiro en la cabeza”.

Tania tiene déficit auditivo y los audífonos están rotos. Apenas comenzó a relatar los hechos, lo mostró y trabó algunas palabras sin aire. La madre era verborrágica, cumplía la tarea de hablar por ella y su hija.

Según Tejada, la relación comenzó cuando ella tenía 20 años. Figueroa y ella se conocieron por Facebook, chateaban, y, después de unas semanas, quedaron en verse cara a cara. ¿Qué sucedió? Pues lo usual de una pareja. Él conoció a la familia de Tania, cayó bien en la casa -aunque Rosa Carmen aclara que nunca lo quiso- y luego de siete meses de salidas, decidieron formalizar. Ahí comenzó el calvario.

Primero fueron a la casa de la madre de Figueroa,  pretexto de un cumpleaños, donde Tania no fue muy bien recibida -no lo fue en ningún lugar-. Según su declaración, ella insistió varias veces para que su pareja la llevara a su casa. Él le dijo que no, que pase la noche allí, que al otro día la llevaría. Nunca llegó el día. Al contrario, de acuerdo a lo que dijo Tania, estuvo tres meses encerrada en una de las habitaciones de la casa, durmiendo en el suelo.

Hematomas que datan de unos días después de su separación.

La estancia en la casa de su suegra se hizo conflictiva a más no poder. Tania recibía insultos y golpes de ambos. En la vivienda la violencia aumentó exponencialmente. Quemaduras con cigarrillos, tirones de pelo, golpizas y amedrentamientos. En la declaración, Tejada ahonda aún más sobre su padecimiento.

"Alejandro salía a trabajar y su madre me cerraba la puerta con llave”, dijo y agrega, “a veces entraban los hermanos de Alejandro a esa pieza y me tocaban”.

Los hermanos del supuesto victimario son 3, de 23 a 35 años, y “todos tuvieron relaciones sexuales conmigo en algún momento, su padre también –esto posteriormente, luego de mudarse a la casa del progenitor de Figueroa- todos me accedieron”. El relato se hace cada vez más doloroso y estremecedor:

“Me ataban las manos a la cama, me ponían cintex en la boca, me agarraban los brazos, me abrían las piernas, uno tenía relaciones conmigo y después otro, iban cambiando”.

Las ventanas de la casa de Tania.

Además, de acuerdo a lo que dijo Tania a este medio, luego de ese momento, fue cuando Figueroa decidió despertarla a picanazos. “Me despertaba a las 5 de la mañana con ese aparato que da electricidad”, relató Tania. Y agregó que “hacía el desayuno, se lo llevaba a la cama y me lo tiraba: tenía que limpiar y hacerlo de nuevo. Así todas las mañanas durante varios meses”.

Los maltratos colmaron su vida. Todos los días, las personas que rodeaban a Tania encontraban una nueva manera de sujeción.

Luego de todo, la pareja de Tania decidió que ambos fueran a vivir a la casa de su padre. En esa vivienda, declaró ella, Figueroa la empujó y ella se cortó el rostro con una lata. Tejada no podía salir -otra vez la habían encerrado- entonces se acercó a la ventana a pedir ayuda a su vecina. Ante esto, Figueroa la golpeó una vez más y se fue. La vecina se acercó y llamó a una ambulancia, así fue que llegó al hospital, después de salir por la ventana.

La pareja de Tania llegó después de varias horas al nosocomio. Tuvo lugar una escena que era moneda corriente en la enfermiza relación: “vos tenés que seguir conmigo siempre” y “si se entera tu familia te voy a matar”, decía él.  La trama del padecimiento continuó cuando volvieron a casa. Después de la paliza con golpes de puño y patadas, fue cuando Figueroa rompió los audífonos, para que ella no pudiera hablar de manera fluida.

Muchas personas más aparecen en la declaración. Las exparejas de Figueroa, sus hijas, las veces que le quitó el dinero de su pensión, y muchas más. Todas terribles. Pero ninguna tanto como el pésimo accionar de algunas partes de la institución policial, como la Comisaría 34ta, cuyos agentes, según Tejada, no le recibieron la denuncia.

Todo hasta que tomó, contra toda violencia, la decisión de escapar del calvario y llevarlo a la Justicia.