Ahí mismo. José Luis se apoya en el mismo marco donde le cayó la descarga ayer por la mañana, durante la tormenta. Lo acompañan su mujer y su hijo Alan.

Ni los médicos que lo atendieron en el Hospital Rawson podían creerlo. A José Luis Araya, un jornalero de 31 años, literalmente lo atravesó un rayo ayer a las 9 de la mañana en su casa del Médano de Oro, Rawson. Pero, para sorpresa y alivio de todos, la única secuela visible que le quedó fue una herida en la uña del dedo gordo de un pie. Es que el rayo cayó sobre su hombro, recorrió todo su cuerpo y terminó "saliendo" por el pie, llevando su descarga eléctrica hacia el suelo y dejando al hombre aturdido y sumamente dolorido. Pero vivo.

La familia pidió auxilio al 911 ni bien sucedió. El caso recayó en la Comisaría 6ta y acudieron más tarde dos patrulleros y una ambulancia para trasladar a Araya al hospital, donde fue revisado con total estupor por los profesionales. Pasado el susto, el hombre recibió a DIARIO DE CUYO en la casa del milagro.

La huella. Un pequeño corte bajo la uña del dedo gordo del pie izquierdo es toda la marca que le quedó de la experiencia vivida ante su familia.

"Mi hijo Alan -9 años- estaba viendo el granizo en la puerta de la casa y me llamó para verlo también. Me levanté y fui hasta la puerta donde estaba", contó Araya. Fue cuando sobrevino un estruendo insoportable y al mismo tiempo una luz cegadora. "Todo se puso blanco y sentí un golpe en el hombro", relató el hombre en el mismo umbral. "Ahí nomás agarré a mi hijo y lo metí a la casa". Su esposa Rosa Guzmán, que estaba adentro en ese momento, apuntó que "fue todo en un instante, se puso todo blanco y sentí la explosión y el grito de mi hijo".

Aturdido y enceguecido, José Luis también entró a la vivienda, sin entender todavía qué había sucedido. De inmediato empezó a sentir palpitaciones, sus piernas se adormecieron y empezaron a acalambrarse, para luego dar lugar al dolor de cabeza. "El rayo me entró por el hombro y me salió por el dedo gordo del pie izquierdo", contó.

Tras ser asistido, al hombre le quedó grabada a fuego la frase de uno de los médicos: "Negro -le dijo-, tenés un Dios aparte". Araya permaneció tres horas en el hospital y todos los estudios que le hicieron salieron bien. La única consecuencia, además de una herida en el dedo, era algún temblor o dolor muscular. Nadie podía creerlo. Médicos, enfermeros y familiares usaban la misma frase para describir el caso: lo de José Luis, decían, era lisa y llanamente un milagro, el mismo día de los Reyes Magos.