Víctima y victimario. Gerardo Amaya declara ante el juez, mientras de fondo Yamila Morales recibe instrucciones de su defensor Horacio Merino. La joven es juzgada por supuestas agresiones y amenazas contra el hombre, su expareja.

Hoy a las 8 se llevarán a cabo los alegatos en el primer caso de violencia de género tratado en Flagrancia donde la acusada es mujer. Los defensores de Yamila Tamara Morales (25) pedirán al juez Carlos Lima el sobreseimiento de la joven, al considerar que "es inimputable" por las condiciones en las que se encontraba cuando ocurrió la supuesta agresión a su expareja, según Horacio Merino, quien la defiende junto a Omar Quiroga.

En la otra vereda, trascendió que los fiscales Roberto Mallea y Adolfo Díaz pedirán que sea condenada a 2 años de prisión condicional (sin encierro), por los delitos de lesiones y amenazas agravadas por violencia de género, dijeron fuentes judiciales.

A Morales se la acusa de agredir a su exnovio Gerardo Amaya (31), arrojándole un ventilador de pie, cosas de la heladera y luego dándole golpes en la espalda. También de amenazarlo con un cuchillo y de decirle "te voy a matar, hijo de p...".

"Llegué tarde, tomada y drogada, pero nunca lo agredí", declaró ayer la chica. El hecho ocurrió en la casa de Villa Obrera, Chimbas, donde ambos convivían, pese a que hace un tiempo terminaron la relación. El conflicto se inició porque Amaya, que esa noche estaba cuidando al hijo de 6 años que tienen en común, le reclamó la hora a la que había llegado, puesto que tenía que regresar a las 5 para que él pudiera ir a trabajar.

Morales reconoció que "se me pasó la hora porque venía pasada de cocaína y alcohol". Supuestamente esa noche tenía que ir a su trabajo como niñera, pero afirmó que se fue a tomar a la casa de su nueva pareja, junto a él y sus amigos.

Lo que intentan los abogados Merino y Quiroga es instalar que su clienta no comprendía lo que hacía una vez que llegó a su casa y empezó a discutir con su ex. Después del episodio, Morales tuvo que ser trasladada al Hospital Marcial Quiroga, donde la medicaron con ansiolíticos y antipsicóticos porque tenía intenciones de atentar contra su vida. Es más, cuando llegó la Policía a la casa, se había encerrado en una habitación y se había atado al cuello un cable que había colgado en un palo del techo.