Por segunda vez, en sólo 24 horas, otro joven fue baleado en un típico asalto callejero. La víctima fue un empleado de una casa de computación que el jueves a la noche iba a pie a ver a un cliente y fue atacado por "motochorros" frente al barrio UVT, Capital. Le robaron la notebook que justamente tenía planeado vender esa noche, encima le metieron un tiro en una pierna. Un día antes, un muchacho fue herido de un disparo y le quitaron la bicicleta, el celular y 200 pesos en una calle de Rawson.

La idea de caminar era buena. "La noche estaba linda y me iba a hacer bien", pensó Rubén Enrique Araya (29), quien minutos después de las 21 del jueves salió de su trabajo en un local de informática en calle Alem y Rivadavia, Capital, y enfiló hacia el Sur. Llevaba consigo una caja con una notebook Bangó nueva, que llevaba para entregar y vender a un cliente que vive en inmediaciones de Comandante Cabot y España. Otras veces anda en colectivo, pero en esta ocasión decidió ir a pie.

Ya eran más de las 21.30 cuando pasó por cerca del barrio Los Manantiales, en Trinidad. "Pensé que no me iba a pasar nada, porque veía mucha gente en la calle", relató. Se fue por detrás del Hospital Español, pero en vez de tomar por calle Agustín Gómez para desembocar en España, cruzó el barrio UVT para salir al Lateral de Circunvalación. Evidentemente agarró el camino equivocado, porque en esa arteria se pararon al lado de él dos desconocidos en un moto tipo enduro. "No me dieron tiempo de nada. Uno se bajó y vino a sacarme el caja. El otro se quedó esperando en la moto. Todo fue muy rápido. No sé si me dijo algo, pero yo no largaba la computadora y empezamos a forcejear. De repente, vi que sacó algo cromado. Cuando me di cuenta que era un arma, en un segundo me pasaron por la cabeza un millón de cosas. Sentí el ruido, ahí caí y empezó a arderme la pierna", describió Araya. En ese momento, el ladrón le arrebató la caja conteniendo la notebook, valuada en 3.400 pesos, y huyó con su cómplice en la moto.

Araya pidió ayuda y al rato ingresó al Hospital Rawson, aunque luego fue derivado a un sanatorio. El ardor que tenía era el balazo que le había ingresado en la pierna izquierda. Por suerte no había tocado el hueso, pero los médicos estaban evaluándolo para saber si afectó algún tendón o un músculo, relataron sus parientes. El muchacho, padre de dos nenas, anoche permanecía internado a la espera de una operación para extraerle el proyectil.