Estuvo con un amigo, fue en auto a dejarlo a su casa y prometió buscarlo más tarde para una salida, porque primero quería acercarse a visitar a su hermano. Justamente hacia este último destino enfilaba el empleado minero Federico Peralta (33) la noche del viernes, cuando sufrió el que quizá fue el más peligroso atentado contra su vida: un tiro en el costado derecho del pecho por resistirse a dar su celular a dos motochorros. Por suerte, la bala rebotó en un hueso y quedó alojada cerca del hombro, sin dañarle órganos vitales.
Según Peralta, todo pasó alrededor de las 22 en el Lateral Norte de Circunvalación, al Este de Catamarca, en Concepción, Capital. A esa hora transitaba por lateral hacia el Oeste con destino al barrio San Martín donde vive su hermano y su familia, cuando resolvió hablar con su papá para preguntarle por el estado de su mamá, internada con cáncer en Buenos Aires.
Justo en ese momento -explicó- vio pasar a un patrullero por Catamarca y decidió parar a un costado, con tal de que no le hicieran una infracción o le quitaran el vehículo.
Estacionado, siguió hablando con su papá hasta que vio por el retrovisor una moto y escuchó como desaceleró de golpe. ‘Me la vi venir, le dije a mi papá que después lo llamaba y cuando quise ver, ya los tenía al lado mío’, dijo ayer.
Uno de los sujetos lo encañonó dentro del auto y le exigió la billetera y el celular. Peralta aseguró que les dio la billetera con unos $1.000 que tenía e intentó explicarles que no entregaría sus documentos y tampoco el celular, por la agenda y para no perder contacto con sus padres.
Sin embargo, no hubo explicaciones valederas, y el ladrón le disparó a quemarropa en el pecho cuando él arrojó sus documentos y el teléfono dentro de su auto. ‘La verdad que fui un pel… por pararme ahí, pero me siento afortunado porque me podrían haber matado’, dijo el joven.