Eros Martínez Otarola, 21 años, Primaria completa, limpiavidrios, cuidacoches, changarín, algunos antecedentes menores por hurto. Esa era hasta ayer la particular situación de ese joven, porque ayer un tribunal, la Sala I de la Cámara Penal, modificó con un duro fallo esa realidad: le aplicó el máximo castigo del Código Penal, perpetua, porque entendió probado que la madrugada del 5 de abril de 2011 trepó a lo ‘hombre araña’ hasta el departamento del primer piso del barrio Jardín Ferroviario, Chimbas, que alquilaba su vecino, Arturo Ariel Tapia (30) y lo mató a cuchillazos cuando lo sorprendió en pleno robo. Esa madrugada, Tapia forcejeó con el ladrón pero llevó las de perder: murió a causa de la hemorragia que le provocaron dos puntazos en la zona pulmonar y cardíaca.
Con su fallo, los jueces Silvia Peña Sansó de Ruiz, Raúl José Iglesias y Juan Carlos Caballero Vidal (h), adhirieron al planteo del fiscal de Cámara Gustavo Manini. En sus alegatos, el fiscal entendió que cabía aplicar reclusión perpetua porque -dijo- se acreditó que el crimen fue cometido para asegurarse o lograr impunidad en otro delito, el robo: un perchero, una parrilla y un juego de asador eran las cosas que el acusado pretendía sustraer.
También argumentó que no cabían dudas sobre la autoría de Martínez Otarola porque, entre otras pruebas, había sido reconocido en forma contundente, en fotos y en rueda de personas, por la mujer de la víctima y madre de su pequeño hijo, y también por un vecino.
La sentencia, significó un revés para los defensores Carlos Daniel Rivadeo y German Cuk. Ambos habían pedido anular el proceso desde el comienzo del hecho, por entender que su cliente estuvo privado ilegalmente de la libertad y su casa fue allanada sin orden judicial. El fiscal opinó que se debía rechazar el planteo porque el acusado y su madre firmaron el acta autorizando el ingreso policial. También pidieron absolverlo por falta de pruebas. Ayer, anticiparon que pedirán la revisión del fallo en la Corte de Justicia.