Abuso sexual gravemente ultrajante, abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores. Todos esos delitos, agravados por las amenazas a las víctimas y por la situación de convivencia, le imputó ayer en sus alegatos la fiscal, Alejandra Bazán, a un cartonero de 36 años, pues entendió que durante el juicio se probaron las múltiples agresiones sexuales sufridas por esas niñas (ambas con ‘retraso madurativo’, sostuvo) mientras lo tuvieron de padrastro. Por eso le pidió al juez Juan Bautista Bueno de la Cruz (Sala II, Cámara Penal) que le aplique una dura condena: 40 años de cárcel.

El defensor oficial, Marcelo Salinas, cuestionó la acusación y pidió al magistrado un castigo por abuso simple pues, en su opinión, no se acreditaron las maniobras invocadas por Fiscalía.

El hecho había sido denunciado por la madre de las niñas el 26 de octubre de 2020. Fue alrededor de un año después de que la madre de las menores (tenían 16 y 14 años) se separara del ahora acusado y la menor de las hermanas se animara a contarle, a su abuela y luego a su mamá, los sometimientos sexuales a los que había sido sometida y los que también había presenciado contra su hermana mayor, que presenta una mayor dificultad en el lenguaje y su nivel de desarrollo mental, indicaron fuentes judiciales.

Luego de las primeras investigaciones, un juez ordenó la detención del imputado, concretada el 11 de noviembre de 2020.

Ayer, Fiscalía consideró que los delitos habían quedado probados con los dichos de cada niña a sus familiares, con los detalles que aportaron luego en el Anivi ante la psicóloga que las entrevistó, con la valoración del relato de las menores realizado por esa profesional, quien concluyó que no mentían ni habían sido influenciadas y que presentaban los indicadores típicos de las víctimas de abuso sexual.

A pesar de no existir lesiones o desgarros en los genitales de la mayor de las niñas, la fiscal consideró que igual cabía imputarle acceso carnal al acusado, pues pudo existir un ‘coito vestibular’. Con relación a la menor de las hermanas también sostuvo que fue víctima de acceso carnal, en otra de sus modalidades, el sexo oral.

Para el defensor oficial, sin embargo, que el médico no detectara lesiones fue una muestra de que ese tipo de agresión sexual (la violación) no existió. Y consideró que la pericia de la psicóloga que actuó en el caso no debía valorarse como prueba imparcial pues esos profesionales trabajan en el Anivi y dependen de Fiscalía, por lo que era una perito de parte cuyo examen no fue confrontado con otro similar y que, en este caso, había ‘construido junto con las menores’ un relato ‘manipulado’ de los hechos.

Según Salinas, la prueba ‘espontánea’ de lo que dijeron las niñas fue, por ejemplo, el relato que una de ellas realizó ante su abuela, a quien no le dijo que su padrastro le practicó sexo oral sino que le ‘pasó por la boca’ sus genitales.

Durante el juicio, el acusado negó haber cometido los graves ataques que le atribuyen. Y ahora tendrá la posibilidad de decir sus últimas palabras antes de que se dé por cerrado el debate y el juez pase a decidir si le aplica o no el duro castigo que le solicitó Fiscalía.