Apenas sale y se da cuenta de que quien la busca es el equipo de DIARIO DE CUYO, se apura en cerrar la puerta para que sus hijos no escuchen. A simple vista no se le ve ninguna herida, pero debajo de la remera tiene 11 cicatrices que difícilmente se le quiten. Hay quienes dicen que esas marcas en la piel muestran por donde uno ha pasado y qué tan fuerte se es por haber salido de allí. A poco más de dos meses del ataque que casi le cuesta la vida, Diana Ruarte Troncoso (24) se muestra más fuerte que nunca. Es la joven nuevejulina que el 8 de noviembre último fue acuchillada 11 veces por su expareja, Marcos Marín (28), padre de sus dos hijos (7 y 4 años), actualmente preso en el Penal de Chimbas. A lo largo de la entrevista Diana nunca pierde la sonrisa. Por momentos se le quiebra la voz, pero no llora. Dice que ha renacido y remarca que lo único que quiere es ser feliz.

-¿Cómo estás, física y mentalmente?

No tengo dolores, pero tengo que seguir usando una faja por un tiempo porque todavía está todo "blandito". Por eso es que no puedo hacer nada de fuerza, pero dentro de todo estoy bien. A los controles ya no voy más. Y mentalmente estoy bien, estoy yendo al psicólogo. Sinceramente no me gusta, pero me ayuda muchísimo porque lo que hablo con la psicóloga no lo hablo con nadie más.

-¿Pudiste volver a tu rutina?

A trabajar no he vuelto. Sí retomé los estudios (secundaria), en diciembre fui a rendir una materia. Recuerdo que fui primero a una clase de apoyo, ahí iba con los puntos. Y a los días me sacaron los puntos y fui a rendir. De aquí en adelante todo está basado en el estudio y mis hijos.

-¿Qué se viene?

Quiero terminar el secundario y de ahí tengo tres carreras en mente, tengo que ver cuál se me da: para Policía, profesorado de Educación Física o Enfermería, que es la que más me gusta. Todo es para darles lo mejor a mis hijos. Hoy yo soy lo único que ellos tienen.

-¿Qué te acordás del día del ataque?

Me acuerdo de todo lo que pasó. En todo momento estuve bien, hasta un ratito antes de que llegara la ambulancia. Ahí es como que la respiración cada vez era menor y se me empezaba a nublar todo. Recuerdo que se me ponía todo negro y la gente me hablaba, me pedía que no me durmiera, que ya llegaba la ambulancia. Después llegué al quirófano y me durmieron. Cuando desperté ya estaba en Terapia Intensiva.

-¿Pensaste que te podía matar?

En ese momento, de la adrenalina que tenía no pensaba en nada, solamente en mis hijos. Yo lo único que le decía era que por favor me dejara, que tenía que pensar en los niños. Es lo único que recuerdo de ese momento.

-¿Creés que has vuelto a nacer?

Sí, he renacido (ríe). Con todo lo que me hizo yo creo que podría estar muerta, pensándolo ahora en frío. Esos días en Terapia Intensiva fueron fatales. Había momentos en que no podía respirar y llegaba un momento en que se cansaban de ponerme oxígeno, pero yo seguía sin poder respirar. No sé si era algo psicológico o que no podía sinceramente. Por ahí lo pienso y digo que la vida me ha dado otra oportunidad.

-¿Cómo fue la primera vez que entraste a tu casa después del ataque?

Fue fuerte. Llegué y empecé a mirar todo, me imaginaba en la cabeza cómo había sido todo y fue bastante chocante. A la semana mis hijos retomaron la escuela, los llevaba mi mamá y yo me quedaba sola. Cuando estaba sola por ahí me acostaba y de la nada se me venían los momentos a la cabeza y me empezaba a faltar el aire. Actualmente por ahí tengo momentos en que se me vienen los recuerdos, pero bueno, hay que saberlo llevar.

-¿Cómo hacías para calmarte?

Ahí nomás agarraba el teléfono y le llamaba al primer contacto que tenía, a mi papá. Ahí empezaba a hablar, intentaba entrar en otra para no hacerme la cabeza. Mi papá me preguntaba si estaba bien. Yo le decía que sí, no le contaba lo que pasaba en realidad, pero necesitaba sí o sí hablar con alguien porque no sabía cómo manejar esa situación. Después la psicóloga me ayudó con eso.

-Tus hijos quedaron en el medio...

Ellos están bien, no saben nada de lo que pasó. Lo único que les dije es que su papá se fue a trabajar lejos y que no va a venir por un tiempo. Sobre mí a ellos les habían dicho que yo estaba cuidándolo a él en el hospital. Después ellos me preguntaron y les dije que en realidad yo había tenido un accidente, pero que no estaba con él. Justamente a la psicóloga estoy yendo para prepararme en este sentido, ella me dice cómo los debo hablar. Ellos cada tanto me vuelven a preguntar, pero yo les contesto lo mismo de siempre.

-¿Pensás decirles la verdad?

En algún momento, pero no ahora, me parece que son muy chiquitos y quiero cuidarles la mentalidad, su cabecita.

-¿Te miran diferente cuando salís a la calle?

Todos me saludan, me dicen: "Qué bueno que estás bien". Algunos me preguntan cómo fue, qué pasó. Otros no por el hecho de que no les gusta que yo recuerde ese momento, pero bueno, es algo inevitable.

-¿Qué querés para tu ex? ¿Que esté toda la vida preso?

No, sinceramente no me interesa los años que le van a dar por lo que hizo. Yo lo único que quiero es que cuando salga, lo haga con otra cabeza, con otros pensamientos. Y que continúe por sus hijos, que recupere el tiempo perdido con ellos, nada más.

-¿Guardás rencor?

No tengo bronca con él, de eso que se encargue la Justicia. Ni bronca, ni rencor, ni nada de eso.

-¿Por algún medio te pidió disculpas?

No he tenido contacto con él, pero sí, a través de los padres y de otros familiares. Siempre me manda a pedir perdón. Ellos me cuentan que dice que está arrepentido y que me pide disculpas. Las veces que ellos van a visitarlo y las veces que yo los veo a ellos siempre me mandan a decir que él me pide perdón.

-¿Cómo reaccionás? ¿Te enoja eso?

No, no, para nada. Quizás por ahí no me gusta saberlo, pero bueno.

-¿Y vos que les decís? ¿Que lo perdonás?

No se los digo con esas palabras, pero sí, más que nada porque yo necesito estar bien conmigo misma y poder continuar con mi vida... por eso lo perdono.

-En medio de todo esto, ¿rescatás algo?

Estoy contenta más que nada por mis hijos. No hay día en el que no piense en qué sería de ellos en este momento si yo hubiese muerto. Él estaría preso obviamente. ¿Y ellos dónde estarían? Siempre agradezco a Dios por estar viva.

-¿Creés que podés rehacer tu vida con normalidad?

Sí, pienso todos los días en ser feliz... ¡¿Por qué no?!

 

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La Policía sigue sin poder dar con el paradero de Ariel Omar Pérez (34), acusado de acuchillar 5 veces a su expareja, en Angaco. Ayer los pesquisas realizaron una serie de allanamientos pero no tuvieron suerte. Todo ocurrió cerca de la 1 del pasado martes, cuando el sujeto esperó a que la víctima llegara a su casa para luego golpearla y atacarla con un cuchillo. La mujer está estable.