"Tengo una racha de terror", decía ayer entre lágrimas Miriam Morilla (50). Y enumeró sus razones: el drama de padecer los peores síntomas de una artritis reumatoidea que empezó a deformar sus manos y la obligó a abandonar el trabajo que tenía en una empresa porque, entre otras cosas, no podía escribir a máquina. El problema de sufrir durante un año y medio una fiebre por una mala medicación y los casi cinco años que le costó recuperarse. El abandono de sus estudios de abogacía en el segundo año. El ataque cardíaco que amenazó la vida de su mamá Hilda (79). El dolor de vivir de prestado en una tía por no tener una casa propia. Ante tantas dificultades y con magros sueldos (Hilda cobra una jubilación de ama de casa y una pensión por su fallecido esposo y la enfermedad de su hija), las mujeres intentaron una solución: pedir un préstamo para alquilar y ponerse un pequeño negocio para seguir remando. Parte de ese plan se había cumplido ayer: en la mañana, fueron a una financiera para finiquitar los trámites por un préstamo de 6.600 pesos a devolver en 30 cuotas de 570 pesos, enfilaron a un banco con ocho cheques para sacar el dinero. Pero cuando creían estar a un paso de empezar a concretar su proyecto, ocurrió la peor: Apenas bajaron del micro, un sujeto que se apareció de repente, le tiró violentamente el bolso hacia abajo a Miriam y huyó en una de las dos motos en las que justamente esperaban dos cómplices más en la parada del micro.
Entonces un gran susto, los gritos, la desesperada carrera de unos 10 metros para intentar dar alcance al delincuente. El pedido de auxilio a un remisero que pasaba y se ofreció a seguir a los ladrones. El arrepentimiento inmediato por la propia vida, porque esos delincuentes podían estar armados.
"Seguro que no son adivinos, esto es una entregada ¿cómo sabían que traíamos la plata? Con ese dinero pensábamos buscar un alquiler y ponernos un kiosco o un negocio de algo, pero ahora no sabemos qué vamos a hacer, encima a mi mamá le van a descontar 30 meses. La verdad es que tengo una racha de terror", dijo ayer Miriam, sin parar de llorar, junto a los bultos embalados de sus cosas porque estaban convencidas de que les tocaba una casa del IPV y no fue así. "Ni esa suerte tenemos", se lamentaba.
El arrebato ocurrió alrededor de las 12.30 de ayer en Avenida Libertador y Monseñor Orzalli, en Santa Lucía, luego de que las mujeres visitaran la financiera "Crédito Fácil" y el banco "Francés". El caso, es investigado en la comisaría 5ta.