La primera que notó la ausencia de Antonia Elvira Cáceres (84) fue Verónica, una de sus nietas, que llegó ayer a las 8.15 para darle una mano a su abuela con la limpieza de su casa de Villa Cremades, Pocito. La vivienda estaba con las ventanas y algunas puertas abiertas cuando arribó. La joven entró a buscarla y nada, Antonia no estaba por ningún lado. De inmediato, avisó a su padre y luego este le dio la novedad a sus cuatro hermanos y a la Policía. Desde ese momento la buscaron por fincas, negocios, casas de vecinos y parientes de la zona, pero Antonia no apareció. Pasadas las 10, un celador que limpiaba una cuneta de riego por calle 10, metros antes de Mendoza, se topó con el cadáver de la abuela en ese angosto cauce.
La principal hipótesis policial apuntaba ayer a que la anciana cayó por accidente en la puerta de su casa y se ahogó. Sin embargo, los pesquisas de la comisaría 7ma. anoche esperaban el examen del forense para despejar cualquier sobre las causas de la muerte, ya que la víctima presentaba un pequeño corte en la nuca, dijeron fuentes policiales.
Antonia Cáceres había enviudado hace 5 años y fue un duro golpe que hasta estos días la acosaba y deprimía, dijeron sus familiares. Era delgada y tenía algunos achaques en el cuerpo por la edad, y otros en las rodillas por culpa de algunas caídas. Algunos vecinos recordaron que era una mujer dada con todos. El único que vivía con ella era su hijo menor Aldo Pelaitay (49), quien habitaba una pieza en el fondo de la casa, precisó ayer el hombre.
Según Pelaitay, la última vez que vio con vida a su madre fue el miércoles en la noche cuando él se fue a una reunión. El hombre regresó a la madrugada y no vio nada raro en la casa cuando pasó a su pieza. Es más, ayer en la mañana se levantó y se fue a trabajar sin darse cuenta que su madre no estaba.
"Estaban las puertas y ventanas abiertas de par en par, pero pensé que mi madre andaba adentro y me fui", indicó el hombre.
Después llegó una de sus nietas y vio lo mismo, aunque ella la buscó. Desde ahí la rastrearon por todos lados pero no hubo caso. A media mañana, avisaron a la familia que habían encontrado su cadáver, contó Pelaitay.
Tenía un corte en la nuca, estaba boca arriba y atorada en un hierro de una angosta acequia que bordea calle 10, a metros de Mendoza. La misma cuneta que pasa por el frente de su casa, ubicada 1 km. al Oeste. Allí, hallaron una de sus ojotas.
La principal teoría de los pesquisas es que cayó a la cuneta por accidente al intentar cruzar o regar y se ahogó. No obstante, esperarán la autopsia para despejar cualquier tipo de sospecha.