El juez Alberto Benito Ortiz dejó preso al anciano en el Penal de Chimbas.

Acomoda el teléfono celular sobre un mueble y sale del dormitorio. Son exactamente las 16,40 del 11 de marzo pasado y lo que registra a continuación en video el aparato, repugnó e indignó a los pesquisas judiciales: el propio bisabuelo de la nena de 8 años, comienza a acariciar sus genitales y, como en un juego, empieza a manosear y a quitarle la ropa a la nena, sin que ella se resista. Tan habituada parece al repulsivo abordaje, que la niña parece colaborar. La práctica, en síntesis, es como la previa y la ejecución de un encuentro sexual entre adultos, con manoseos, besos, introducción de dedos, posturas. Ese mismo día, horas después, la dueña del celular, la nieta de 11 años de ese hombre que tiene 77, dejó el aparato cargándose en su casa y ahí sucedió lo que alguna vez quiso que pasara. La curiosidad asaltó a su papá al ver en la pantalla a su suegro en ropa interior. Y cuando indagó un poco más se topó con ese video que lo sumió en un shock de emociones desagradables.

Después, su hija de 11 años diría en el ANIVI que en realidad ese era el tercer video, porque antes había grabado otros dos en los que salía ella y su pequeña pariente, pero los había borrado a sabiendas de la bomba que significaría esa revelación en su familia.

"Yo grabé unos videos porque tenía la ilusión de mostrárselos (a sus papás) pero me arrepentí y los borré, pero quedaron guardados en un lugar (del celular)... grabé cuando nos hacía cochinadas", aseguró la mayor de las víctimas, con detalles mucho más crudos sobre el modo en que ocurrían esos encuentros.

Lo curioso fue que la menor que aparece en esas imágenes no habla de esa situación específica. Y los psicólogos explican que es así por la propia inmadurez de la víctima y también porque censuró y disoció los episodios más traumáticos. En su relato ante los psicólogos, la niña sólo habla de que su bisabuelo sólo les quiso tocar la cola, que ellas lo retaban y que su prima le había hecho un video que llegó a la Policía, para que no las moleste más porque las tenía cansadas, indicaron fuentes judiciales.

Los psicólogos que entrevistaron al anciano concluyeron, por otra parte, que es alguien inmaduro y a la vez incapaz de arrepentirse o sentir culpa por lo que hizo. Y que para evitar sentir angustia, busca culpar a los otros, mostrándose como víctima. Así, en su favor intentó el argumento de su avanzada edad, con expresiones como "la palabra de los viejos está desvalorizada... a los niños se les cree más".

Todo pasó en la casa que el sospechoso habita junto a la vivienda de una hija en Rawson. En esa otra casa contigua vive la menor de las niñas. La mayor se quedaba ahí toda la siesta después de ir a la escuela y hasta que la buscaban sus padres, por la tarde. Ambas iban a lo del "Tata" a ver televisión.

Con toda la prueba del caso, el juez Alberto Benito Ortiz (Primer Juzgado de Instrucción) concluyó luego que los hechos se reiteraron en un lapso de entre 6 meses y 1 año. Y que no cabían dudas de que el anciano debía ser procesado con prisión preventiva por abusar de esas niñas accediéndolas carnalmente (más allá de que no las violara con su miembro) además, por corromperlas sexualmente, es decir por torcer el sano sentido del sexo en las menores con prácticas excesivas. El acusado, sigue preso en el Penal de Chimbas.