Si Marcelo Eufemio "Chelo" Sosa (22) y Juan Manuel "Porteño" Menéndez (20) tuvieran que ir hoy a juicio por el crimen del luthier Juan Carlos Scalzotto (67), sería muy probable que Fiscalía les propusiera aceptar un juicio abreviado y evitar el desgaste de un juicio común, por la abrumadora carga de pruebas en su contra. ¿Cuáles? Las cámaras de seguridad que los mostraron junto a la víctima en la Plaza Aberastain, incluso tocándose, con anterioridad al homicidio y los videos del mismo sistema captándolos en el auto y cerca de la casa de la víctima, luego del crimen. También las escuchas y la geolocalización de sus aparatos telefónicos. Los múltiples testigos que los vincularon al caso y una evidencia aún mucho más contundente: un examen de ADN que los posicionó en la escena del crimen, sin dudar, porque el perfil genético de Sosa estaba en una uña de Scalzotto y el ADN de Menéndez en un guante rescatado en la casa del fallecido, que vivía al 53 Este de la calle Neuquén, en el barrio Lebensohn, Chimbas.

"Autor". Juan M. "Porteño" Menéndez.


Por todas esas evidencias fue que el juez Martín Heredia Zaldo (Cuarto Juzgado de Instrucción) los procesó con prisión preventiva por un homicidio doblemente agravado: la alevosía, pues entendió que lo atacaron cuando estaba indefenso, ya que tenía las manos atadas hacia atrás con un cinto y estaba algo ebrio. Y criminis causa, por matarlo para asegurarse el robo de sus cosas (su auto, tres guitarras, un equipo de música, dinero, entre otras) y evitar así que Scalzotto los reconociera y pudiera denunciarlos. Además, el juez ordenó un embargo de 1 millón de pesos a cada uno, dijeron fuentes judiciales.

"Autor". Marcelo Eufemio "Chelo" Sosa.


Todo pasó entre las 22,30 del 20 de febrero pasado y las 3,40 del día siguiente. Según fuentes judiciales, el juez dio por sentado que Sosa y Menéndez pudieron tener algún tipo de relación sexual (la víctima era homosexual) y que, una vez desnudo, lo amordazaron con un pañuelo, le ataron las manos hacia atrás con un cinto, los tobillos con otro y sus rodillas con cámaras de bicicleta. Y que entonces lo estrangularon por el cuello hasta causar su muerte por asfixia.

Cerca de las 18 de aquel 21 de febrero, sus familiares lo encontraron boca abajo en una habitación de su casa, en medio de dos camas chicas y con un suéter tapándole la cabeza.


Esa misma madrugada, Sosa y Menéndez partieron en el auto de la víctima hasta la casa en Pocito del colombiano Luis Eduardo Acevedo (30) y le vendieron las guitarras, el equipo de música y otras cosas por $3.500. También le ofrecieron el auto y Acevedo no se los compró, pero les hizo el contacto con Sergio Marcelo "Bombita" Guajardo (39, se dedica a vender autopartes) quien llegó horas después y les dio $10.000 a Sosa y Menéndez por el vehículo. A su vez, Guajardo se contactó con Héctor Armando Robledo (49) y juntos llevaron el vehículo a un taller de Caucete, donde lo encontró la Policía. El dueño de ese taller quedó con falta de mérito.

Para el juez se probó que mataron a un indefenso para asegurarse el robo.

Cuando los policías de Homicidios allanaron la casa de Acevedo, otros tres colombianos que habían recibido parte de las cosas robadas decidieron quemarlas. Esos sujetos son Cristian Andrés Correa Cardona (33), Fabio Alexander "Gato" Grisales (30) y Harol Yohany Marulanda (34).

Todos los nombrados fueron procesados por el delito de encubrimiento, igual que la mujer de Sosa, Yésica Paola Herrera Gómez (29) y Mario Pablo Enrique Lanciani (45), sospechado de ayudar a escapar a Menéndez. Lanciani había sido clave para la investigación, pues había declarado que Sosa y Menéndez le confesaron que ellos habían matado a Scalzotto y le habían robado parte de sus cosas, dijeron fuentes judiciales.