Escenario. Marcelo Altamirano (izquierda) en la puerta de la casa de su mamá Nelly Elizondo (69, abajo), asesinada a cuchillazos por un albañil que conocía.

 

Marcelo Altamirano llegó como todas las noches a la casa de su mamá en la Villa Hipódromo, en Rawson, para repetir un afectuoso ritual: cada vez, se saludaban, él se constataba que todo estuviera bien, ella se interesaba por su hijo y sus cosas, cruzaban algunos comentarios más y finalmente él partía a su trabajo nocturno en una panadería. Pero la noche del miércoles esa rutina se trastocó a un nivel inesperado. Cuando llegó, sobre las 23, a Marcelo le pareció raro que todas las luces de la casa estuvieran apagadas (lo usual era lo contrario) y empezó a pensar lo peor cuando avanzó unos pasos y notó la puerta de ingreso apenas entreabierta. Y al encender la luz la escena lo devastó: sangre en la puerta de la heladera, en el piso y lo más terrible, su mamá tendida en una sala boca abajo, desangrada, sin vida.

 

Nelly Beatriz Elizondo se llamaba la víctima. Estaba jubilada, tenía 69 años, sufría diabetes y vivía sola en el 151 de la calle Tumbes, entre Zapiola y Necochea, en la Villa Hipódromo.

El examen médico reveló que presentaba varios cortes, principalmente en el cuello, uno de los cuales fue más profundo y acabó con sus días, dijeron fuentes policiales y judiciales. Cuando los policías de Villa Hipódromo, Homicidios y la Brigada Sur se pusieron a investigar, en el acto saltó un vecino que en la tarde había visto salir a un albañil de la casa de Nelly luego de una discusión.

Ese sujeto es el salteño Hipólito Orellana (55) y fue capturado alrededor de las 4 de ayer en una pensión de la Villa Cenobia Bustos, en Rawson. De su casa secuestraron cuatro cuchillos, unos $28.000 y otros objetos, varios manchados con sangre, como una de las armas blancas y parte del dinero que había sido enterrado.

Orellana no negó a la Policía su relación con el crimen. Y lo confirmó públicamente al decir que con la víctima tenía una "relación de pareja", que pelearon, que ella lo lastimó y él la mató.

"Mi mamá no tenía ningún amorío con él. La conocía desde hace un año porque hizo muchos trabajos de albañilería y ella a veces le prestaba plata. Él sabía que ayer (por el miércoles) había cobrado y esa plata no estaba en la casa. Que pague por lo que hizo, no tenía derecho a quitarle la vida a ella ni a nadie", dijo Marcelo.

Al albañil podrían atribuirle un homicidio agravado, castigado con perpetua.