Que puede recibir una condena de prisión efectiva. Que por tal motivo, una vez en libertad, podrá fugarse. Y esa libertad también puede ser usada por el sospechoso para presionar a testigos o a las propias víctimas. Esas fueron parte de las razones que invocó el juez de Instrucción Guillermo Adárvez para no concederle la excarcelación al sacerdote Walter Bustos (42). Ocurrió luego de que un tribunal mejorara su situación en la causa al modificarle los delitos sexuales contra tres hermanos, desvinculándolo de uno de los casos y dejándolo en teóricas condiciones de salir de prisión, con una escala de castigos cuyo mínimo, 3 años, permite ese beneficio.

Bustos se había entregado en la Policía el 31 de agosto del año pasado, luego de que un chico, entonces de 15 años, refiriera ante un psicólogo del Anivi sobre los abusos sexuales a los que lo había sometido cuando tuvo oportunidad de estar a solas con él.

La defensa aún puede insistir con el pedido de la excarcelación de su cliente.

La investigación pronto se extendió a otros dos hermanos mayores de ese chico, que también refirieron situaciones de abuso a manos del sacerdote. El relato de estos tres hermanos más otras evidencias, como el consumo de pornografía gay por parte del sacerdote, terminaron por convencer al juez Adárvez de que cabía procesarlo por tres casos de abusos sexuales gravemente ultrajantes agravados por su condición de religioso. Y entendió probado que los atropellos sexuales contra los dos hermanos más chicos les dejaron además un grave daño en la salud mental, atribuyéndole también la corrupción sexual del menor de todos.

Cuando su defensor Juan Bautista Bueno apeló, la Sala III de la Cámara Penal le dio parcialmente la razón: sobreseyó al cura por el caso del mayor de los hermanos, y entendió que los otros dos casos configuraron abusos sexuales simples, agravados por el grave daño en la salud de las víctimas.

Bueno pidió entonces la excarcelación, pero el juez, con la adhesión de Fiscalía, se la denegó.